Con el inicio de la temporada de exposiciones en Alicante, después de un verano en el que he visto dos de los eventos más importantes de arte contemporáneo, en cuanto a su repercusión mundial, como la Documenta de Kassel y Skulptur Projekte de Münster, se hace necesaria una reflexión sobre la manera en cómo las tendencias o movimientos artísticos internacionales influyen en nuestro país, también en Alicante. Estos eventos en estas ciudades alemanas siempre conllevan una lectura del entorno en el que se ubican, una lectura de su historia y de su cultura, que a su vez incluye una mirada global. También, y esta ha sido la tónica desde la cuarta edición de la Documenta, hay una concepción funcional del arte, en cuanto a discurso político, en cuanto a documento, registro de la acción social, de la denuncia, de la mirada al otro. Conceptos y planteamientos artísticos que tienen repercusión en las escuelas, salas y museos de nuestro país, pero en cuyo desarrollo apreciamos ciertas limitaciones. Aquí la producción y la exposición del arte se hace sin este proyecto expositivo, sin este apoyo documental de la historia y de la modernidad, no se debate sobre líneas de investigación, nos limitamos a recoger de la oferta lo que se entiende como más cercano a esta modernidad. Por lo que muchos artistas, excluidos de estos procesos por impositivo generacional, se apegan a la tradición más conservadora, en cuanto también es deficitaria en la experimentación y el análisis propio que toda tradición debe asumir. Son pintores y escultores que imitan modelos académicos o a autores consagrados, en un ejercicio de variación de determinadas fórmulas. Otros, aun dentro de la tradicional distinción de géneros, pintura, escultura, fotografía, instalación, buscan posibilidades en la investigación de las nuevas tecnologías, con las contaminaciones evidentes de todo tipo. En las últimas generaciones, los más representados en las instituciones que quieren reflejar los últimos discursos del arte, lo conceptual se impone a lo formal. Una reflexión que viene determinada por el concepto expositivo que parte más de los comisarios, de los historiadores y teóricos que han desarrollado eventos como la Documenta, que del propio proceso creativo del artista. En Alicante, como en la mayoría de las ciudades españolas, no existe debate, por lo que asistimos a una copia sistemática de estos procesos, pero sin cultivar su tradición de análisis. Así en nuestras salas podremos apreciar cuál es el autor o la tendencia seguida, pero no el proceso de experimentación que ha llevado a las conclusiones expuestas, porque en muchos casos no se ha dado ese proceso de análisis, sino la asunción de unas maneras en el desarrollo de un concepto filosófico, político, social, poético?, o plástico.
