No hay novedades. No se ha muerto nadie en estas semanas, ni ninguna se ha quedado preñada». Yo pidiendo noticias y la tendera de ultramarinos de mi aldea manchega me responde lo importante, lo que atañe directamente a la muerte y la vida. Me he quedado sin titular que llevar a la columna. Eso, o muy aproximado, será pensar en lo global desde lo local, digo yo; o mejor, es la escuela pedánea de Sancho Panza en La Manchuela.

Los vecinos tienen un Estado del Bienestar en pequeñito. Una vez o dos a la semana médico, practicante -enfermera-, callista pasan consulta en el centro social que hay para alrededor de un millar de habitantes. Los niños, que ya no suman ni para una escuela unitaria, van y vienen en autobús a diario al pueblo. Los mayores que son la mayoría tienen servicio de ayuda a domicilio, la comida en casa, para las consultas o revisiones periódicas les ponen una ambulancia que les lleva al hospital de la capital, el farmacéutico les trae las medicinas recetadas, el bancario acude a pagarles las pensiones una vez al mes, por lo menos. Y los que tienen condiciones se marcan un par de viajes anuales con el IMSERSO o con quien se lo ofrezca.

Incluso en los peores momentos, durante las peores crisis, hasta los menos protegidos, todos tienen el amparo de la madre tierra. Todos tienen su bancalico ahora ya para entretenerse, sus animales-mínimo gallinas y conejos- para casa, y antes un cerdo que garantizaba las proteínas anuales de toda la familia. Además de la economía de mercado aquí funciona la aparcería a la hora de cosechar, vendimiar, o recoger la aceituna; mas el trueque incluso, te doy una docena de huevos y te pido unas hebras de azafrán. El dinero circula en el bar del club social y en perrillas en las partidas del subastado o las porras y poco mas: En la tienda de ultramarinos y para pagar a los vendedores ambulantes.

Son defensores de sus tradiciones, de su identidad, de su estilo de vida. El mayor cambio fue en su día la tele y ahora el móvil. La mecanización de la industria y los servicios ha sido consecuencia de la necesidad: menos población y mas longeva. El sol sigue marcando los tiempos diarios y con las estaciones define las principales faenas agrícolas; ahora también los trabajos de los servicios con la llegada del turismo. Los hoteles y las casas rurales han supuesto un buen filón. Siguen igual de apegados a su tierra, la madre naturaleza, es como su patrona aunque en cada comarca la beatifiquen de una u otra forma. «Son buenas gentes que viven, trabajan, pasan y sueñan y en un día como tantos descansan baja la tierra», que escribió Machado.

El Estado del Bienestar, como la democracia, lo promovió y apadrinó la izquierda; pero para ellos la mayor garantía es «la de toda la vida», la del terrenico y la cosecha la que protege el patrón y por la que reza el cura, por mas veces que falle. La que se asienta en la propia comunidad, en su estila de vida y sus costumbres. Hoy, los mayores beneficiarios de la protección social votan mayoritariamente a la derecha porque los ven como los defensores de su estilo de vida y sus tradiciones. En la Manchuela, en el Penedés, en el Maestrazgo, en la Sagra, en los Valles Alto Leoneses, o en Lagartera, defienden lo mismo lo llamen como lo llamen. Hoy son el granero de adhesiones de los nacionalismos de aquí y de allá. No siempre ha sido así, la defensa de su forma de vida cuando estuvo directamente amenazada, les impulso mas lejos, también les llevó a sus comunas, sus cantones, incluso a imprimir moneda propia, y a las organizaciones mas radicales en la República, o a echarse al monte.

El globalismo es mas cosa de los urbanitas. En mi aldea hoy ponen la tele, y se asoman a la ventana global, y siguen la matraca de los nacionalismos; a golpes entre las legitimidades y la legalidad. Por ahora no se estresan ni en las Casas de Juan Gil -la aldea, sin R.- ni se agolpan detrás de las banderas. Como mi vecina de la aldea tienen muy claro qué es lo importante. Por ahora. Igual esperan que a partir del 2-O habrá diálogo, ¿por qué?