Comentaba hace unos días el yerno del, por el momento, máximo mandatario en la sombra del Hércules, en su calidad de director deportivo, que no había que mirar ni de reojo lo que hiciera el equipo franjiverde, el rival por excelencia del herculanismo, que unicamente debía preocuparnos la trayectoria del Hércules. De lo último razón tenía Portillo, la preocupación llega cuando estamos todavía en los albores de la competición. En tan solo cuatro partidos ya han saltado las alarmas tanto en el equipo como en la afición. Cinco puntos de 12 en disputa, siete en la gatera, además contra equipos asequibles si exceptuamos el Alcoyano, que tampoco ha iniciado con buen pie esta nueva singladura en la división del bronce del balompié patrio. Escaso bagaje para un club que comienza un nuevo año, y van cuatro seguidos, con la obligación de quedar al menos entre los cuatro primeros, y se supone con el propósito de conseguir el liderato al final de temporada.

Pero de nuevo la frustración vuelve a anidar en los corazones del aficionado herculano ante los hechos constatados. Situados en el noveno puesto de la tabla clasificatoria, con cuatro goles a favor y tres en contra, y por contra, valga la redundancia, nuestro máximo rival, que descendió la pasada temporada entre lamentos ilicitanos y risas alicantinas, figura en cabeza, con 10 puntos, justo el doble que los herculanos, y además 13 goles a favor y únicamente dos en contra. Los números cantan, no mienten, ponen las cosas en su sitio. Le guste o no a Portillo, el hincha herculano siempre mira cómo le va a su rival, siempre se fija en el equipo de la ciudad del Vinalopó. Seguramente él, que no ha mamado desde pequeño el herculanismo, no sabe, no entiende de estas cosas, y claro, se equivoca. Siempre miraremos hacia el sur con alegría o decepción, según le lleguen a los franjiverdes derrotas o victorias. Esto es rivalidad en su estado más puro. Ellos, que pierdan hasta en los entrenamientos.

Comienzo endeble pues del cuarto proyecto para ascender a la Segunda División, reto que conforme pasan los años se antoja hasta imposible como no cambien mucho las estructuras institucionales como deportivas del Hércules. Un equipo construido alrededor de una mayoría de jugadores que rebasan la treintena, no parece ilusionar a una afición a la que se le viene maltratando demasiado tiempo. Hasta los valientes 5.000 que suelen acudir a las gradas del Rico Pérez partido tras partido, tienen un límite de resistencia, de paciencia. Es cierto que queda mucha Liga, pero lo mismo se decía en campañas anteriores, sobre todo en la última, y nada bueno se hizo al respecto. La suerte, ya veremos si mala o buena, ha querido depararnos que el primer derbi no sea el de la competición liguera. El sorteo copero puede ser la boya a la que se agarre el Hércules ganando la eliminatoria, que además le facilita la labor cuando el enfrentamiento es a un partido y se juega en el Rico Pérez. Otro punto de inflexión para salir del atolladero y recobrar ánimos. En el recuerdo del gol de Ramón, injustamente olvidado de esa alineación histórica herculana, creamos una vez más en el resurgir del Hércules.