Cuando la guerra está perdida, no queda menos que celebrar las pocas batallas que todavía se pueden conquistar, como si la vida nos fuera en ello. Qué otra opción nos queda. Sigo mi particular lucha de viajar a Madrid evitando el AVE. Haciéndolo por Alcázar de San Juan. Con trasbordo. De ahí que resulte tan placentero, cuando vuelvo de Atocha hacia Alicante en uno de los dos Media Distancia con destino Jaén, que salen cada mañana a las 9.30 y cada tarde a las 4, comprobar cómo llegados a la estación de Alcázar sus coches se quedan vacíos. Resulta que en el tren con destino Jaén los pasajeros no van a Jaén sino a Alicante. A lo mejor porque no había plazas en el AVE. Vete tú a saber. O porque es más barato. Pero la cuestión es que cuando pasamos Villacañas y nos acercamos a Alcázar la mayoría de viajeros nos ponemos en pie y empezamos a coger los bártulos dejando el convoy en cuadro.
En menos de media hora tomaremos otro Media Distancia, éste procedente de Ciudad Real, con destino Alicante. Y aunque no parezca la forma más racional de viajar, haciendo el trayecto en más de cuatro horas cuando se puede resolver en poco más de dos, nos sentimos dichosos de no estar solos. De no ser los únicos que realizamos esa maniobra.
Tanto es así, que esa «levantá» de los pasajeros del tren destino a Jaén en la parada de Alcázar de San Juan ha llegado a convertirse en uno de mis triunfos. En algo que celebrar. Puede que no nos queden muchos años de disfrute de este servicio. Todos los caminos apuntan a que si queremos ir a Madrid en tren habrá de hacerlo en AVE sí o sí. Pero mientras quede esta alternativa, batallaremos. Como protesta por lo mal que se hicieron las cosas.
Puede que la guerra esté perdida. Pero qué gusto da ganar pequeñas batallas. Y la de estos trasbordos, y esta negativa a subirnos al AVE, nos compensa a modo de venganza, por tantas horas atascados, hoy como ayer, en las estaciones de Sax, Elda, Monóvar, Novelda, Monforte, Agost y San Vicente, también de San Gabriel, Torrellano, Elche, Crevillent o Albatera, con vía única, esperando que dos trenes se crucen. La guerra está perdida. Pero qué gusto da ganar las batallas personales, las que cada uno se traza. Nos va la dignidad en ello.
