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Javier Mondéjar.

El indignado burgués

Javier Mondéjar

Responso sin factura

Pagar impuestos está muy, pero que muy sobrevalorado. Les doy toda la razón a los aristócratas de toda la vida en que satisfacer al fisco es cosa de pobres, al fin y al cabo ¿qué necesitan los ricos de la solidaridad general? Justo es , en cambio, que los míseros ayuden a los que son aún más míseros, así funciona este mundo. Los ricos de verdad ni desgastan las carreteras, ni las aceras ni las farolas, ni usan la seguridad social, ni a la policía gubernativa, ni las escuelas públicas y si me apuran ya se hacen la justicia por su cuenta y no es justo que paguen por algo que no utilizan. Vamos, yo no lo veo razonable.

Hay otros que tampoco lo ven normal y, como dice el Evangelio, predican con el ejemplo. Hace poco a mis hermanos y a mí nos tocó organizar un sepelio, pero vamos no les voy a contar tragedias que ya tienen bastante con las suyas. El caso es que entre los montones de papeles a firmar con la compañía de seguros, me sorprendió uno que me definió así la agente: nos autoriza a pagar por actos realizados sin factura. ¿Por ejemplo?, le pregunté. Pues por ejemplo al cura que va a echar el responso.

Comprendo que el Sr. Cura no quiera pasar por un trámite tan vergonzoso como pagar IRPF por un acto divino, que al fin y al cabo no tiene precio aunque sí valor. Reconocerán conmigo que echar unas bendiciones tiene más que ver con el otro mundo que con éste y que poner un responso al mismo nivel que el arreglo de unas cañerías o escribir un artículo (me permitirán la licencia) es indignante a la par que escandaloso. No les voy a negar que si yo pudiera me pondría al mismo nivel que el prelado, pero no creo que en la Administración de este digno diario que me acoge vieran bien pagarme en negro por emborronar páginas y supongo que la Agencia Tributaria algo me reprocharía.

El caso es que el responso estará ?supongo- exento de impuestos por el artículo treinta y tres, pero no de pago religioso ajustado a las tarifas vigentes. Imagino que lo considerarán una propina o una donación que no tiene por tanto ni factura ni retenciones, aunque si no pasas por el aro la bendición del féretro la hace Rita, que no tiene licencia para responsear y se supone que en el Cielo mirarían con cierto recelo al difunto que llegase con una credencial semejante, no homologada.

Es un síntoma, hay más, por ejemplo la cantidad de exenciones que tiene la Iglesia Católica en España, incluidos impuestos de bienes inmuebles gratis total y otras prebendas, así como esa práctica tan extendida de muchos curas que han convencido a dignas abuelitas con herederos lejanos de que dónde mejor pueden legar sus posesiones que a los administradores del Cielo y el Infierno... O la consignación en el IRPF (voluntaria gracias a dios, aunque no sé si dios estará contento con la voluntariedad o siquiera si está de acuerdo con los gestores de aquí abajo).

Nada nuevo bajo el sol, he leído que los sacerdotes de Amon eran muchísimo más rapaces y aunque Akenaton sustituyó el culto oficial, la nueva religión de Ra duró un suspiro. A ellos se la iban a jugar, ni que fueran tontos.

De tantas cosas como dejó pendientes la Transición, el Concordato con la Santa Sede no se ha tocado en cuarenta años, ni con gobiernos de derechas ni con gobiernos de izquierdas y mira que algunos obispos han tocado las narices cuando no gobernaban los que supuestamente son de su cuerda. Siendo España un país en que hay montones de clericales «comecuras», lo cierto es que sólo de pascuas a ramos se critican los excesos eclesiásticos y la mayor parte del tiempo no se cuestionan y los que no creen o creen poco siguen yendo a las iglesias para bodas y celebraciones o cuando no tienen más remedio por cumplir con los ritos sociales.

Es un status quo que les va de perlas porque aunque menguan las vocaciones y la fidelidad de los feligreses de toda la vida, los ingresos no decrecen y todos los años hay un puñadito de oro español que mandar al Vaticano para ayudar a las Misiones. Y lo bueno es que debe dar ese oro para más cosas, como en la multiplicación de los panes y los peces, que yo he visto en Madrid y Roma ?desde la calle- los apartamentos del ex presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Rouco, o el ático del cardenal Bertone, y no son muy modestos que digamos.

Seguramente son hechos extraordinarios que no empañan la labor asistencial de la Iglesia ni su vocación constante de ayuda a los más desfavorecidos que predica Francisco y que sólo se debe creer él, ingenuo que es, porque no veo en quienes le rodean un seguidismo de ese canto a la pobreza y a la sencillez. Tampoco parece que ni su Papa ni su dios hayan fulminado a Rouco o Bertone con el rayo verde y ahí viven tan agustito, que en algo hay que gastar el dinero y en qué mejor que en los fastos y boatos de un príncipe de la Iglesia.

No sé si argumentando que mi prosa es divina convencería a Montoro. Supongo que no pero lo voy a preguntar por si acaso.

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