Con la llegada de septiembre, y como es habitual, se reinicia el curso político. Se queja el Ayuntamiento de que, como siempre, después de las fiestas patronales la ciudad se paraliza en exceso, los comercios cierran, las actividades se ralentizan y gran parte de la población se va a las playas, el campo o dónde se presente o pueda. Se hacen campañas para incentivar que esto cambie, pero es difícil. Hasta el propio Ayuntamiento da ejemplo de lo contrario, la actividad municipal casi desaparece tras las fiestas. Se sabe que el Consistorio está abierto, otra cosa es el nivel de su actividad, gran parte del funcionariado está de vacaciones y casi todos los políticos también.

Al llegar septiembre, como pasa en mayo con las flores, vuelven a abrir los comercios y reaparecen muchos de los concejales que habían desaparecido. Es un ciclo natural. Y se aprovecha para recordar cuestiones que están pendientes y temas de cara al futuro.

Uno de los primero temas que ha reaparecido: el del albergue juvenil de Altabix, ése que lleva varios años terminado y sin estrenar. Es un poco como el elixir de la eterna juventud. Desde que se anunció que Elx podría tener un edificio de estas características han pasado tantos años que sus primeros jóvenes usuarios podrían estar casi a punto de llevar a sus hijos al mismo. Así todavía está sin estrenar y, con un poco más que se dilate su funcionamiento, hasta podría transformarse de albergue juvenil a centro geriátrico si las condiciones demográficas de la ciudad continúan evolucionando como hasta ahora. Es lo que tiene disponer de edificios construidos y sin estrenar. Para que luego digan que no fueron previsores los que lo construyeron.

Curiosamente lo que ahora se anuncia es otro intento de ponerlo en marcha. Y con la fórmula de la privatización por delante. Es una lástima que un equipo de gobierno de izquierdas, y a estas alturas, no apueste más decididamente por lo público. Ya ha pasado algo así con el Instituto Tecnológico de la Palmera en contra de lo previsto en su día.

Por otra parte, los grupos municipales aprovecharán el reinicio del curso político para anunciar sus prioridades. Hemos sobrepasado el ecuador de la legislatura municipal y 2019 está, cada vez, más cerca. Los dos grandes partidos, PSOE y PP, tienen retos internos muy decisivos. El Partido Popular, que ha demostrado una fuerza impresionante en la ciudad, con sus casi 1.300 personas que votaron en la elección de su presidencia local, tal vez suponga un nivel de militancia superior al del resto de formaciones juntas, y después de un proceso de control de las mismas por parte de las candidaturas en liza, no como en otros casos en los que se produjo un tsunami repentino de votantes tan fugaz como las olas del mar, ha asumido una renovación muy importante y que, si no conlleva más conflictos internos, va a suponer un reto importante al actual equipo de gobierno. El PSOE, en cambio, tiene todavía que cruzar el Rubicón de su renovación local. Y no bastará con saber nadar. También habrá que saber álgebra por lo menos. Y, tal vez, alguna cosa más. La división de la agrupación local quedó evidente en las pasadas primarias que ganó Pedro Sánchez, y sigue latente.

En Compromís estos conflictos no existen. O eso parece. Así se han permitido ser los primeros en anunciar cuestiones para el nuevo curso político. En algunas, como el cierre de la Corredora, el tiempo se está echando encima. Entre proyectos, estudios, etc., la cercanía de la campaña electoral puede condicionar y mucho la cuestión. Algo similar pasa con el tema del Mercado Central. Es un tema heredado, pero es una herencia envenenada a la que no se ha sabido o querido dar una solución desde las más altas instancias. Y está siendo muy peligrosa para la credibilidad del equipo de gobierno.

El resto de fuerzas tiene otros problemas. En todo caso, lo más llamativo será cómo Ciudadanos sigue siendo la llave, sin formar parte de la puerta, de la gobernabilidad local. Y no es tarea fácil. Partido de Elche e Ilicitanos por Elche no tienen esos problemas internos, ni tal vez externos. Es una singularidad que les permite diferenciarse del resto de formaciones tradicionales en su actividad diaria.