¡Me quedé a cuadros!. No sé si el personal hace las cosas por desconocimiento, por tontuna o por afán recaudatorio, lo que deja bien claro que las arcas municipales están más tiesas que la mojama y con más telarañas que los bolsillos de Carpanta, personaje de comic creado por el dibujante Escobar. Hay que estar «chalao» para pergeñar una Ordenanza de Convivencia Ciudadana que, en alguno de sus apartados, no tiene ni pies ni «cabesa» y que sólo puede habérsele «ocurrío» a alguien que desconoce la realidad. ¡Vamos, que no tiene ni idea y que debería darse una vuelta por el pueblo para saber por dónde van los tiros!

El otro día me contaron un chiste que refleja una situación que podría darse en cualquiera de nuestras administraciones, que no son pocas. Con este «acudit»-en catalán, en honor a monsieur Marzà- no quiero decir que los trabajadores públicos sean pasotas, sino que se deben al capricho del político de turno. Hay funcionarios -la inmensa mayoría- muy competentes y más les valdría a los politicastros dejarse asesorar por ellos para gestionar mejor nuestros intereses. Ahí va: dos funcionarios -y amigos- se encuentran en los pasillos de un Ayuntamiento, y uno le dice al otro: «Te invito a un café», a lo que el segundo responde: «No, que me espabilo».

Gregorio Esteban Sánchez, más conocido como Chiquito de la Calzada, habla de «personas humanas», pero también de «fistros», y no me imagino que una de esas personas humanas desconozca la realidad que le rodea, a no ser que viva en Yupilandia, donde las cosas son de un color diferente o, como canta Ismael Serrano, «De vino y rosas». ¡Papá cuéntame otra vez ese cuento tan bonito!. Es como cuando a Zapatero le preguntaron si sabía cuánto costaba un café y respondió que 90 céntimos. ¡ José Luis, no tenías ni zorrera idea!. Y si no sabes lo que vale un café, en tu país -porque te invitan, claro-, ¿de qué hablas con Maduro, en Venezuela?. ¡Miedo me das!

Quiero pensar que el político que ha parido la «ordenanza» de marras estaba espeso ese día, porque no se puede ser más torpe, a no ser que buscase su minuto de gloria para salir en los papeles. Lo dijo Jesucristo en la cruz: ¡Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen!. La ordenanza es digna de figurar en el «Celtiberia Show», libro del periodista, ya desaparecido, Luis Carandell, en el que se recogen las «tontás» que se dicen/publican en los medios de comunicación, como la de la «culebra del Raiguero», que «descubrió» Joaquín Ezcurra y por la que se interesó el mismísimo Rodríguez de la Fuente, que vino, en plena canícula de 1970, a Orihuela para investigar el asunto. Para aquellos que no hayáis «escuchao» hablar de semejante reptil, os diré que, según Ezcurra Alonso, medía dos metros y medio de largo y medio metro de diámetro; pesaba unos treinta kilos y tenía la cabeza como la de un niño talludito. ¡La madre que me parió!. Joaquín, con semejante historia, puso a Orihuela en el mapa, aunque nunca nadie vio la culebra, ni siquiera los bomberos que, procedentes de Alcoy, se desplazaron a la vera del Segura para dar cuenta del bicho, que, al parecer, se movía por un campo de «alcasiles» de la pedanía oriolana. ¡»Pa» habernos matao, Raquel!

¡Esta -la ordenanza- debe ser el invento de una «mente preclara» que no tiene otra cosa que hacer más que pensar en «tontás», como dice mi amigo salinero Monchi!. ¡«Acho»!; ¿por qué no te callas -que diría Juan Carlos I- y empleas tu tiempo haciendo sudokus en vez de en joder al personal?. Creo que quien ha «diseñado» la «ordenansa» nunca aspirará a los premios Nobel, Princesa de Asturias o Jaime I. Ni siquiera los ecologistas le homenajearán, porque el muchacho -o la muchacha- se ha cubierto de «cacota, en plan chapapote del Prestige». ¡Nunca mais!

Vamos a ver, ¿a quién se le ha «ocurrío» multar, con hasta 750 euros, por rebuscar en los contenedores?. ¿Se ha «pensao» que quien lo hace es por necesidad y no por gusto?. ¿No ha «pensao» el alma de cántaro que si esa persona tuviera 750 euros, a lo mejor, comería -de vez en cuando y de menú- en un bar y no removería la mierda de los basureros?. Es lo mismo que la multa que le han «encasquetao» a un octogenario -600 pavos- por vender «regalisia» en la calle, ¡sin «lisensia» de venta ambulante!. ¡Cágate lorito!. Si es por rebuscar en la mierda habría que multar a nuestros políticos locales, ¿no creéis?. En la misma ordenanza se dice que se multará al dueño de una mascota que haga sus «nesesidades» en la vía pública. ¡Construid «pipicanes»!. ¡Ellos -los politicastros- la cagan y no pasa «na»!. Por «sierto», y hablando de mierda; en las pasadas fiestas de moros -de Interés Turístico Nacional- «una persona humana» se cagó -¡vaya «pastelaso» y qué peste!- en la puerta de mi cochera, en pleno «sentro» del pueblo. ¡Habrá que pedirle a los «munisipales» que vigilen mejor, no sólo el horario de «sierre» de cuarteles!. ¡Mal vamos «pa» ser Patrimonio de la Humanidad!