Europa cerrara este septiembre, con una victoria casi segura de Ángela Merkel en los comicios alemanes, el ciclo electoral en el que espantó en las urnas de Francia y antes en las de Holanda los fantasmas del populismo xenófobo y del fascismo que volvieron del pasado para pasearse por las ruinas de la Gran Recesión. Ha habido en esa medida una victoria de Europa sobre la peor parte de sí misma.

La región económica se encamina al último tercio del año con un crecimiento del producto interior bruto (PIB) magro (2,2% interanual), aunque generalizado y análogo al de EE UU (2,1%). La inflación ha comparecido, si bien sigue débil (1,5%) y lejos del objetivo (2%) que el Banco Central Europeo (BCE) considera sano. Y el desempleo, que llegó al 12% en 2013, está en el 9,1%. Europa se recupera, pero sería muy atrevido decir que ha vencido a esta crisis, larga y mutante, y que se encamina con bases saludables hacia un ciclo de expansión y prosperidad.

La zona euro es vulnerable porque persisten en los países severos desequilibrios, ha advertido el FMI. Europa sigue partida en dos hemisferios económicos de los que se anotan aquí sólo un par de esbozos estadísticos. El primero señala que en el Sur, la tercera y cuarta economías del euro tienen tasas de paro juvenil del 38,6% (España) y del 35,5% (Italia), y que la segunda (Francia) supera el 23%. En el hemisferio norte, el desempleo de los jóvenes alemanes es del 6,6%. El segundo rasgo nos sugiere que en algunas cosas que nos llevaron a la Gran Recesión estamos como entonces: el endeudamiento de cinco economías del Sur (Francia, Italia, España, Grecia y Portugal) está en niveles superiores a los de 2008. La deuda privada (familias y empresas) ha remitido en algunos de esos países, como en España, pero se han disparado los débitos públicos. El endeudamiento agregado (el privado más el público) se mueve entre el 240% y el 300% del PIB en todos los países citados. El de Alemania está en el 161%.

Media Europa tiene por tanto una exposición financiera muy alta, las divergencias entre países se han acentuado y las reformas institucionales del euro (completar la unión bancaria, caminar con decisión hacia una unión fiscal...) están varadas. Los fantasmas políticos del pasado que quieren menos Europa van perdiendo en las urnas este año. Buscarán la oportunidad de volver si no se avanza en la tarea apremiante de ser más Europa.