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Mariola Sabuco

Opinión

Mariola Sabuco

En teoría

Vicent Marzà dio ayer la campanada dispuesto a demostrar que los jueces no pueden detener su proyecto de plurilingüismo ni mucho menos marcarle la ruta en el ámbito educativo de la Comunidad Valenciana. Dijo que empezaba este curso, y empieza, aunque para ello no aplique su modelo de a más valenciano más inglés. El plurilingüismo presentado ayer será por decreto ley, solo por un curso y solo aplicable a los niños de tres años. Poco más que nada. Este provisional plurilingüismo cumple las expectativas de los tribunales y el inglés que se impartirá será el mismo en función de si se estudia en español o en valenciano: entre cero y dos horas semanales. En teoría. En la práctica, dependerá de si los centros tienen profesorado cualificado en la lengua de Shakespeare, con lo que algunos escolares, de tres años, pueden recibir cero minutos en inglés; otros, media hora; algunos, una hora; y los más afortunados, dos horas. La salida del Consell a apenas una semana del inicio del curso es una postura quijotesca de «sostenella y no enmendalla», de hacer parecer que se hace algo que en realidad no se hace, de cara a la galería y, sobre todo, para mantener internamente los afectos. Nadie duda que el conseller de Educación cree que el mejor modelo educativo posible para la Comunidad Valenciana es el suyo, pero recurrir al decreto ley para dejar las cosas como estaban en la práctica lejos de generar seguridad, lo que provoca es incertidumbre, división y mucho mucho ruido político. Precisamente, lo contrario que sería de desear para lograr una educación de éxito en esta Comunidad.

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