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Opinión

Cañas y barro

El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, compartió ayer mesa y coloquio con empresarios de la Comunidad Valenciana. Es ya una tradición que el máximo dirigente del Consejo de Cámaras de Comercio de las tres provincias (el actual es el valenciano José Vicente Morata) organice el encuentro días antes del arranque oficioso del curso político-económico. El acto, que el empresariado aprovecha para sondear al jefe del Consell y reivindicar cuestiones en pos del bienestar general, aparenta vertebración, pero es muy valenciano. Se celebra en la capital del Turia en un entorno de novela de Blasco Ibáñez, entre barracas y arrozales, postal indiscutiblemente ligada a esa ciudad. Cañas y barro. El Consejo de Cámaras ejerce de anfitrión, y, en calidad de tal, elige a los invitados, muy del perfil de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE). Entre estos últimos, algún alicantino, como Antonio Arias (Vectalia) o el hotelero Jordi Caballé (Servigroup). Se excusó el mandatario de Baleària, el dianense Adolfo Utor. Sí acudió el presidente de la Cámara de Alicante, Juan Riera. Salvo el hotelero de Benidorm, que no iba allí a hacer amigos y exigió soluciones contra la oferta no reglada de apartamentos (caballo de batalla del sector), los asuntos propios de Alicante no aparecieron por ningún sitio. Quizá no tocaba, quizá no hubo tiempo, quizá la financiación autonómica merecía buena parte del debate. De lo que no se habló fue de los horarios comerciales, ni de Agencia de la Innovación, ni de la parte que le toca a Alicante del Corredor Mediterráneo... Los más viejos se acordarán: «Percha, Tonet, percha».

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