Tras años de depresión económica y de repetir el mantra del cambio de modelo productivo como elixir para reactivar el crecimiento, está surgiendo actualmente una sólida y fulgurante nueva escena en el empresariado alicantino. Esta joven hornada representa un cambio disruptivo tanto en la propuesta de valor como en los métodos empresariales utilizados.

Recuerdo charlas del profesor Andrés Pedreño en la Universidad de Alicante allá por 2012 cuando nos advertía que el negocio digital era ya una realidad de la que la provincia de Alicante, por sus condiciones geográficas, históricas e incluso climáticas, debía participar activamente.

Tres años más tarde, gracias a una iniciativa de emprendimiento llamada Yuzz pude viajar a Silicon Valley, en San Francisco, para conocer las formas de trabajo allí presentes. El ecosistema que encontré era inspirador. Un gran dinamismo y fluidas conexiones entre los actores educativos, empresariales y sociales unidos todos ellos para hacer posible un terreno abonados para que ideas y negocios innovadores germinaran. Pensé que había más similitudes que diferencias entre Alicante y San Francisco y, sin duda, la misma pasión y talento.

A día de hoy, en Alicante, las noticias sobre nuevos emprendedores que consolidan su negocio sobre las bases del paradigma digital son profundamente alentadoras. Y lo son porque no constituyen éxitos aislados sino un verdadero torrente que aporta valor añadido y creatividad a raudales, además de muchas posibilidades de generación empleo de calidad y basado en la economía del conocimiento.

Empresas hoy líderes como las atrevidas gafas de los ilicitanos Hawkers, las hermosas carteras de hombre petreríes Maimó, la inteligentísima plataforma digital de alquiler de barcos Say&Sail o la picante start-up de juguetes eróticos Diversual son sólo algunos ejemplos de compañías totalmente autóctonas que han sabido reconvertir modelos de negocio agotados, darles un giro y adaptarlos al entorno digital y a la demanda actual, nacional e internacional.

Esto, unido a iniciativas de organismos y empresas que arriesgan intentando cambiar la cultura emprendedora como Fundeun o Ulab hace que proyectos internacionales comiencen a poner su mirada sobre el cielo alicantino. Es el caso de Fun Academy, partner de organizaciones como National Geographic o la Nasa, que ha elegido Alicante como sede para albergar a sus talentosos programadores.

En definitiva, lo que se ha ido gestando durante la crisis es un hervidero de jóvenes nativos digitales dispuestos a arriesgar ante la falta de oportunidades laborales, actores sociales y empresariales con flexibilidad y capacidad de adaptación, y una provincia que siempre ha tenido un espíritu empresarial e innovador que debemos seguir fomentando. Sin caer en manidos discursos estériles pero sin renunciar a la ilusión y esa pizca de inocencia que todos los emprendedores albergamos cuando comenzamos a materializar las ideas.