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Juan José Millas

Tierra de nadie

Juan José Millás

Que lo embalsame

Macron, nuestro héroe político y sentimental, se ha gastado 26.000 euros de dinero público en maquillaje y maquillador durante los primeros tres meses de su mandato. Hagan cuentas. Ocho mil y pico euros al mes, no tengo tiempo ahora de calcular cuántos salarios mínimos porque escribo deprisa, deprisa, urgido por la intensidad informativa de nuestro tiempo, donde las categorías y las anécdotas se revuelven en la gusanera de la asquerosa actualidad. Un insecto pequeño recorre el teclado de mi ordenador, evitando las teclas sobre las que caen mis dedos y escribiendo a la vez, como sin darse cuenta, un artículo alternativo en el que se caga en todo, que es lo que me gustaría a mí esta mañana de bruma, cagarme en todo. No puedo hacerlo, sin embargo, primero porque yo formo parte de todo y segundo porque estilísticamente quedaría mal. Un martes le encargué a un alumno del taller de escritura que escribiera un texto contra el caldo de pollo y el miércoles nos leyó lo siguiente: «Me cago en el caldo de pollo».

El texto era magnífico desde el punto de vista del encargo, quién lo duda. Pero le faltaba elaboración. Tal es el peligro de nuestros días, la falta de elaboración por las ganas de cagarnos rápidamente en todo. Y es que lo Macron, nuestro héroe político y sentimental, es una categoría, aunque haya ido a parar al cajón de las anécdotas. Significa que hay que ser un auténtico desgraciado para querer llevar a cabo en Francia una reforma laboral como la que Rajoy perpetró en España y gastarse a la vez 26.000 euros en afeites. Hay que ser un perfecto sinvergüenza, un tipo sin escrúpulos, un desfachatado, seguramente un facha. ¿En qué rayos pensaba este sujeto mientras le ponían en la cara los colores que ha sacado a todos los que recomendaron votarle? ¿Continúa habilitado un cínico de tal calibre para gobernar Francia? Sin duda no, pero él no ha venido para gobernar, sino para hacer el caldo gordo a los poderes financieros. Me cago en el caldo gordo.

Fuentes del Elíseo aseguraron que existe la voluntad de reducir sustancialmente esa tarifa. Pues nos cagamos también en las fuentes. Que sigan pagando lo mismo al maquillador, pero que lo embalsame. Punto.

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