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Joaquín Rábago

Preocupa el desequilibrio industrial con China

Los chinos invierten cada vez más en la UE, y algunas inversiones preocupan a los europeos por el posible carácter estratégico de las empresas que se fijan aquéllos como objetivo.

El problema es el desequilibrio entre países que han abierto sus puertas casi de par en par al capital extranjero, como Alemania, y las condiciones que pone siempre Pekín a quienes tratan de invertir allí: por ejemplo, que el extranjero tenga que asociarse a una empresa local.

¿Aspira China a la dominación industrial mientras pone continuos obstáculos a las adquisiciones de los inversores de otros países?. Es la pregunta que se hacen muchos en la UE. .

Es cierto que hay también países europeos muy celosos de algunos de sus gigantes industriales y tratan de evitar que caigan en otras manos: es lo que ocurrió, por ejemplo, con la francesa Danone.

Por el contrario, Berlín no se opuso a la compra por el grupo español ACS de la mayoría del capital de la primera constructora alemana, Hochtief.

Y ello pese a que, como criticaba recientemente el diario Süddeutsche Zeitung, España había impedido antes la adquisición de la española Endesa por el gigante energético alemán Eon.

Con su apertura a las inversiones extranjeras no le ha ido en cualquier caso nada mal a la poderosa industria germana, según se reconoce en Berlín.

El problema son sobre todo las inversiones de un país como China, que no es una democracia ni tampoco propiamente una economía de libre mercado.

El programa bautizado “Made in China 2025” aspira a convertir al gigante asiático en una gran potencia en sectores clave de la economía: desde la computación hasta los coches eléctricos.

Y China no ha dudado en recurrir a las subvenciones estatales y otros mecanismos para competir con éxito con las empresas extranjeras en el mercado mundial.

Parte de esa estrategia es la compra de empresas extranjeras punteras en determinados sectores para hacerse con su tecnología y llegar así a dominar el mercado.

Es lo que preocupa en la operación por la cual el mayor fabricante chino de electrodomésticos, Midea, se hizo con la empresa alemana Kuka, líder en el sector de la robótica.

De acuerdo con la regulación europea, un país sólo podrá impedir una inversión extranjera si está en peligro su seguridad nacional, aunque no por motivos meramente económicos.

De ahí que algunos gobiernos de la UE, entre ellos el alemán y el francés, reclamen cambios en la legislación comunitaria de forma que un país pueda bloquear una inversión si pone en peligro su política industrial.

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