Ya han pasado unos días del funesto atentado de Barcelona, el tiempo suficiente para extraer algunas conclusiones. Lo ocurrido nos sacó de golpe de una cierta ensoñación, sobre todo a la alcaldesa de esa ciudad, que se ve a la claras que tiene muchos pájaros en la cabeza. A Colau le costó dar el brazo a torcer en cuanto a reforzar la seguridad mediante barreras físicas en zonas de máxima afluencia turística. Estoy con el sacerdote de la iglesia de Cuatro Caminos, creo que fue una grave irresponsabilidad por su parte no atender el aviso de hace tiempo del Ministerio de Interior en este sentido, lo que permitió que los terroristas pudieran cometer esa atrocidad en un hervidero como el de Las Ramblas, nada menos. No se pueden poner puertas al campo, es cierto, pero hay algunas zonas que piden a gritos mayor protección. Si Colau fuera capaz de una mínima autocrítica dejaría el cargo por el bien de Barcelona, sus habitantes y visitantes. Ya está bien de que aquí nadie sea responsable de nada y de gobiernos flower power. Esto ha sido un ataque bélico en toda regla.

En cuanto al tema de fondo, hoy necesitaría 4.000 palabras y no 400 para explicarme, pero simplificando mucho diría que islamofobia... no, pero sin dejar de vigilar por el rabillo del ojo. No seamos memos. Que desde Bélgica nos hubieran querido advertir siquiera extraoficialmente acerca del imam cabecilla del atentado y los Mossos, probablemente por arrogancia, no pidieran información del mismo a la Policía Nacional, da una idea de lo vulnerables que somos. Y todo este pastiche del imam, del que ignoramos si iba por libre o bien trabajaba para el IS, pervertidor incluso de menores teóricamente integrados en Cataluña, aunque está claro que no lo estaban puesto que prendió en ellos la mecha del odio tan pronto, mezclado con el desafío independentista y la descoordinación entre administraciones, da una estampa bien compleja de manejar. Hace falta hilar muy fino. Y, si prestamos atención a las amenazas que han proferido ciertos individuos hacia España en Internet, a la que dicen van a arrasar, concluyo que tal vez la cosa esté tan grave como para poner en cuestión determinadas libertades y derechos, como el de poder recurrir el imam la orden de expulsión de España, después de su condena y breve estancia en prisión por tráfico de drogas. Tiene tela que el juez de Castellón le autorizara a quedarse en España. Yo lo mandaba a su casa a pensar. Al juez, digo. En casos así, la orden de expulsión debería ser inmediatamente ejecutiva e irrecurrible. Pero lo importante es que estamos ante un cambio de paradigma que no sé si vamos a saber afrontar.

Para que no acabemos tan serios, ya han visto las jardineras que han puesto en la calle Mayor para frenar a posibles furgonetas asesinas... Si no han recibido la foto, que se la manden. Sé que es de cachondeo, porque son de plástico y no pesan nada, pero me parece sano que al menos conservemos el buen humor.