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Juan José Millas

Tierra de nadie

Juan José Millás

Sin vergüenza

Ahora que todo el mundo reconoce que las capas más pobres de la ciudadanía son las que han pagado el pato de la crisis, cabe preguntarse el porqué. Y lo único que se nos ocurre es que los que más tenían, además de dinero, y quizá por eso, disponían a su antojo de la policía, la justicia, la sanidad, las obras públicas, el PIB, el fondo de pensiones y el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, entre otros. La realidad tiene dueños que, como amos que eran del paisaje, dispusieron quién pagaba el pato de la crisis, o de lo que haya sido, porque aún no está claro si la crisis ha sido una crisis o un atraco. En otras palabras, toda esta gente no solo no abonó la parte que le correspondía, sino que se enriqueció más metiendo la mano en el bolsillo de los débiles. Se aprecia muy claro en las estadísticas. En otras palabras: el llamado Estado de Derecho tiene dueños, de ahí, entre otras cosas, que Hacienda haya transferido al Santander 500 millones de euros por absorber con una pajita el Popular.

Sorprende observar cómo hasta los empresarios más impresentables, si se les pregunta, reconocen que el esfuerzo llevado a cabo para que la economía se recuperara ha partido el lomo a los que ya lo tenían quebrado. Lo confiesan sin vergüenza alguna, porque también son los dueños de las palabras, para manifestar a continuación, con gesto indulgente, que tal vez haya llegado el momento de que la bonanza alcance, un poquito, a los salarios.

- ¿Acaso no deberíamos haber empezado por ahí?

- Primero teníamos que forrarnos nosotros.

- Pero si ustedes ya estaban forrados.

- Cállese o le aplico la reforma laboral.

Ahora se comprende también cómo pudo ponerse en pie esa reforma que incluía el cierre de los pocos despachos de abogados laboralistas que quedaban, pues donde no hay derechos laborales es absurdo que haya defensores de la mano de obra. Lo más provocador, si cabe imaginar algo más provocador, es que justifican la necesidad de estas timidísimas subidas salariales en la caída del consumo. Tenemos que consumir un poco más para no morirnos de inanición y aguar la fiesta a los dueños de la realidad.

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