«No he de callar, por mas que con el dedo/ ya tocando la boca o ya la frente,/ silencio avises o amenaces miedo». Así arranca don Francisco de Quevedo su «Epístola satírica y censoria» escrita al Conde de Olivares y subtitulada «contra las costumbres presentes de los castellanos», él que era castellano les reprende. «Hoy sin miedo que libre escandalice,/ puede hablar el ingenio, asegurado/ de que mayor poder le atemorice./En otros siglos pudo ser pecado/ severo estudio y la verdad desnuda,/ y romper el silencio el bien hablado/». Hoy tampoco es pecado «romper el silencio», hablar o escribir, incluso las estupideces del mal hablado; por eso algún engreido tiralevitas puede lanzar las memeces de encargo descalificando a D. Francisco, a D. Antonio Machado, y a D. Francisco de Goya, entre otros, como Dña Dolores Ibarruri «La pasionaria», a los que califica de anticatalanistas, españolistas, incluso de franquistas. El encargo para rebuscar en Sabadell calles con «reminiscencias españolas» es de una concejala, presuntamente, de cultura Monserrat Chacón (ERC) nombrada por el alcalde de Sabadell, Matías Serracamp (CUP). El informe ha sido redactado por un, llamado, historiador local -muy local, seguro-. A los primeros los califica de anticatalanistas y españolistas, y a Goya y a Quevedo de... ¡franquistas! Y le pagarán el llamado informe al «muchacho de la doctrina, menino de la muerte y lacayuelo del ataud», Josep Abad, en palabras traidas de Quevedo. Como prestado es el titulo de esta columna «El mundo por de dentro y por de fuera» del título de uno de los Sueños donde describe la calle Mayor del mundo, la de la Hipocresía. Entonces el genio de Quevedo, como hoy otros, seguía el severo estudio y la verdad desnuda.

Machado escribió «de aquellos que se dicen ser gallegos, catalanes, vascos, extremeños, castellanos, etc, antes que españoles, desconfiad siempre. Suelen ser españoles incompletos, insuficientes, de quien nada grande puede esperarse», y «un andaluz andalucista» será «un español de segunda clase y un andaluz de tercera». A esto se coge, seguramente, el Abad local. De «españolista y anticatalanista» lo califica en su informe. En el mismo libro don Antonio Machado escribe «La patria -decía Juan de Mairena- es, en España, un sentimiento sencillamente popular, del que suelen jactarse los señoritos. En los trances mas duros, los señoritos la invocan y la venden, el pueblo la compra con su sangre y no la mienta siquiera». En plena Guerra Civil la alusión era al nacionalismo español, pero también es aplicable a todos los nacionalismos, incluido el catalán. Por si no queda claro lo que proponía, añade: «si algún dia tuviereis que tomar parte en una lucha de clases, no vaciléis en poneros al lado del pueblo, que es el lado de España, aunque las banderas populares ostenten los lemas mas abstractos».

El castellano Quevedo desterrado a la Torre de Juan Abad -el Abad era su sino- fue repetidamente encarcelado hasta poco antes de su muerte, por no callar. Goya pintaría hoy al mentado Abad, local, en El Aquelarre de sus pinturas negras, o como uno de los conciudadanos que enfangados hasta las rodillas se muelen a bastonazos. Por eso, y por otras cosas similares, el aragonés tuvo que exiliarse y murió en Francia. Allí dijo, al parecer, aquello de que «la fantasía aislada de la razón, sólo produce monstruos imposibles», y no conocía al Abad local, tampoco a Franco, obviamente. El andaluz Machado murió en Colliure, tras pasar por el campo de concentración, exiliado por defender las libertades republicanas -y también la Generalitat catalana, por cierto-. Los tres sufrieron exilio, persecución y cárcel por defender las libertades universales en su obra y con su vida.

El alcalde de Sabadell ha parado las propuestas del «historiador». En el pecado -del encargo- lleva la penitencia. En Alicante tenemos una calle dedicada a mosén Jacint Verdaguer, el gran poeta, clásico de las letras catalanas, que debe conservarse, sin duda, como otros muchos de origen catalán y vocación universal, aunque se la dedicaran durante el franquismo. No dudo que el alcalde Echávarri mantendrá la denominación, como otros nombres catalanes que proliferan en Alicante. Así sea.