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Cargas de nuestra civilización

El objetivo del terrorismo, como su nombre indica, es provocar terror, estado de ánimo que, entre otros efectos, obnubila la conciencia. No es posible evitar que una acción terrorista desate el terror, pero hay que tratar de sacudirse la obnubilación cuanto antes, y, sobre todo, impedir que tome estado. Por eso, aunque sea impopular decirlo, una vez ceda el lógico estado de shock tras los criminales atentados será oportuna una valoración serena de lo que se ha hecho bien y mal a la hora de prevenir, atajar, remediar y reprimir, que son cuatro cosas distintas. Una cuestión particularmente impopular sería si para neutralizar a quién esgrime un cuchillo la policía no tiene otro modo que tirar a matar (“abatir”, en el argot). Lo siento, alguien tenía que decirlo. No vean el video del abatimiento del quinto terrorista de Cambrils, porque, como dice su entrada, “puede herir la sensibilidad”.

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