Agosto es el mes dual, mientras unos lo odian por el calor extremo otros lo adoran como símbolo de la libertad, las vacaciones y el descanso. Desde luego en Alicante, este mes debería ser una pesadilla para un político responsable. La mayoría de la plantilla de funcionarios está de vacaciones, lo que significa una disminución en los servicios públicos y mayor dificultad a la hora de resolver con rapidez cualquier problema en la prestación de los mismos. Justo cuando la afluencia de turistas alcanza su cénit, momento en el que como ciudad de servicios orientada al turismo que es Alicante debería estar de punta en blanco. Porque no nos quepa duda, con una luz poderosa que baña cada rincón de la ciudad y se refleja en nuestro mar azul cristal, con nuestra Explanada, amb la nostra Festa, nuestro encantador pequeño comercio y esas callejuelas del centro histórico engalanadas para cada ocasión, Alicante está de Moda, como dice la campaña publicitaria. Y a pesar de ello, el tripartito se va de vacaciones y con ellos su gestión, lo que para las malas lenguas puede ser un motivo de alegría, ya cansadas de las puñaladas que vuelan en los tres gobiernos de nuestra casa consistorial.

Pero no nos engañemos, en un agosto donde las ratas se pasean por nuestros parques, donde la basura se amontona en nuestras calles mientras los trabajadores denuncian a la UTE ante la Inspección de Trabajo por superar las horas extraordinarias, donde las terrazas se acercan al nivel rojo de saturación acústica y donde otros municipios usan sus encantos con IKEA ante nuestra mirada pasiva, es cuando todo el tripartito debería estar trabajando en el Ayuntamiento para salvar la imagen de la ciudad y ya de paso, su credibilidad. Porque se han hecho cosas bien, como la captación de nuevos tipos de turismo, por ejemplo gastronómico y cultural, gracias a proyectos como Alicante Ciudad del Arroz, pero de nada sirve si los atraemos para ofrecerles un escaparate que muestra una ciudad abandonada.

¿Qué hace el Teatro Principal cerrado en el mes con más turistas y más ocioso del año?, ¿acaso es incompatible con la playa?, ¿eso me lo dice un gobierno presuntamente culto de izquierdas? Y prepárense porque en octubre llega la Volvo con un turismo de lujo. Se manejan cifras tan altas que no tendremos ni siquiera espacio suficiente para hospedarlos y aún así no podrán ir de compras los domingos a las grandes superficies con la repercusión económica que tendría para la ciudad. ¿Cómo se puede plantear el cierre de las grandes superficies en septiembre con una Volvo en octubre y con el aumento de la llegada de cruceros los fines de semana? Así es normal que todos los cruceristas se escapen de excursión a Benidorm. Soy defensora del comercio de proximidad, pero eso no es óbice para mantener la oferta cuando existe demanda, lo que habrá que hacer son políticas de fomento del pequeño comercio apostando por la especialización y la diferenciación de productos. Si no, ¿para qué tanto viaje a Gotemburgo? Desde luego no sería para buscar inversores inmobiliarios, todos sabemos que las licencias urbanísticas están más que paradas. Supongo que «alguien» habrá pensado que esto podría ser parte del atractivo turístico de Alicante, je, je.

Fuera de bromas, ante la política anticonstructiva de Guanyar, quiero recordar que la construcción no es un delito, paga impuestos y genera empleo y riqueza. Lo malo no es la construcción, sino la falta de planeamiento en esta ciudad. Lo malo es que los políticos no han sabido ponerse de acuerdo en el modelo de ciudad que queremos. Yo no estoy en contra de las personas, sino de ciertas actitudes que perjudican mi municipio. Si ya estuvo mal que el gobierno de Sonia Castedo nos esté costando ahora millones de indemnizaciones como en el caso de Rafael Galea y Hansa, el de El Plantío, o el espinoso asunto aún sobre el tapete de El Pino, más grave es que ahora que estamos a tiempo de arreglar las cosas todavía empeoren por la ineficacia, la falta de decisión y de criterio. Por eso, en este verano ecuador de la legislatura, ya es hora de sentarnos y hacer los deberes si no queremos perder definitivamente el pulso del futuro de la ciudad de Alicante.

No sé a usted pero a mí como alicantina antes que concejal me parecería triste y dramático; «nunca me preocupé por lo que hacen, nunca me preocupé por lo que saben, y lo sé... and nothing else matters», Metálica. Feliz verano.