Una amiga me habla con ilusión de su próximo viaje a esa ciudad de contrastes y sueños que es Nueva York, y de sus expectativas y anhelos, y de cómo le ilusiona pasear por la ciudad y recorrer plazas y parques, visitar rascacielos y museos, conocer sus gentes, costumbres y cultura.

Y es que Nueva York es una ciudad que resulta familiar por la cantidad de veces que la hemos visto en reportajes y películas, y pienso que es un destino que no suele defraudar, mientras escucho a mi amiga hablar de la Estatua de la Libertad, la Quinta Avenida, la catedral de San Patricio, el Empire State, Chinatown, el Museo de Arte Moderno o la Grand Central Terminal.

Y mientras charlamos recuerdo a ese gran escritor nacido en Úbeda que es Antonio Muñoz Molina y su libro titulado Ventanas de Manhattan, que leí antes de mi primer viaje a la gran manzana y en el que se refería a una ciudad, que esconde tantas caras como ventanas exhibe y que van desde las de los edificios iluminados de Central Park a los decorados de los musicales de Broadway, o a las que cayeron con las Torres Gemelas, o a las del Bronx o de Harlem, y es que la ciudad que nunca duerme, como cantaba Sinatra, es un destino que sigue sorprendiendo a todos sus visitantes por sus singulares construcciones y por su atractivo y especial ambiente, así como por la inquietante personalidad de una urbe fascinante y siempre en movimiento, en la que el encanto y la emoción adquieren todo su significado con el apasionante descubrimiento de lugares, rincones, edificios, luces, exposiciones y espectáculos.

Y sonrío a mi amiga y siento una vez más que la ilusión por viajar nos atrae y entusiasma, y coincidimos que al regresar de un periplo y tras las experiencias vividas, nos habremos convertido en personas de mente más abierta, respetuosas, vivas y tolerantes, pues el cambio siempre es positivo y estimula sentidos y emociones. De modo que regreso a casa cantando New York, New York con Sinatra, y busco en mi biblioteca el libro de Muñoz Molina, o aquel otro de García Lorca ambientado en la ciudad, o ese de Javier Reverte que nos lleva también a la cosmopolita ciudad de los rascacielos .

Y recuerdo muchas películas mientras imagino a mi amiga viajando a ese lugar, al tiempo conocido y enigmático, a esa urbe que nunca duerme, vital y cargada de energía, a esa fascinante ciudad de prodigios que es Nueva York.