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Puertas al campo

Disquisiciones metafísicas

Un mundo en el que irrumpe la «plus mentira» más allá de la «post verdad» y donde los grandes movimientos globalistas se van marchitando (pienso en el Foro Social Mundial y sus «antiglobalistas», pero también en movimientos locales como Occupy, 11-M y primaveras árabes), me encuentro casualmente con textos que aborrecen de la Razón y proponen un encuentro con la Verdad que aquella Razón oculta.

No les falta razón (valga la albarda sobre albarda), pero tampoco son novedad. Sin irse muy lejos, se puede pensar en el movimiento Romántico y, más cerca de nuestros tiempos, los movimientos fascistas. Y no es tan difícil encontrar líneas de pensamiento que se han mantenido, más o menos visibles, más o menos esotéricas, reivindicando la búsqueda de una Verdad más allá de la Razón.

Confusión, evidentemente. Pero pongámoslo de la siguiente manera: hay gente que cree en la existencia de un gran enemigo (llámese la burguesía, el capitalismo, el yihadismo o el Islam, la clase obrera, el machismo, el cambio climático o lo que sea -y pido disculpas por este conjunto tan heterogéneo, pero no lo he inventado yo-). Frente a él saben que tienen poco que hacer. Es lo que André Gunder Frank comentaba en la primera conferencia que le escuché: el capitalismo es tan fuerte que lo único que podemos hacer es asociarnos a escala local para defendernos de sus efectos más nocivos. James Petras se enfurecía enfurruñado ante estas propuestas ya que nos condenaban a la irrelevancia y a la inacción. Por su parte, Immanuel Wallerstein tenía una opinión más matizada: el enemigo era enorme, no se iba a poder contra él directamente, así que era preciso ir acumulando fuerzas, organizándose, pero sabiendo que el resultado no se iba a ver de inmediato, sino a muy largo plazo. Gradualismo, pues, sabiendo a dónde se quería llegar y reconociendo que el camino era largo y que tal vez uno nunca vería el punto de llegada. «Agrupémonos todos» aunque la «lucha final» queda lejos. (Añado que los tres han sido profesores en la Universidad de Alicante).

¿Dónde está el problema? Para el «lo quiero todo y lo quiero ya», que el resultado más probable va a ser la frustración que, como ya sabido, genera agresividad y la agresividad puede buscar diversos objetos sobe los que descargarse (incluido el propio cuerpo o el del cónyuge o el de los asistentes a un evento multitudinario, es decir, suicidio, violencia en la familia y atentado terrorista). Para el «vayamos haciendo que tal vez lo logremos en el futuro», el problema es el «tal vez» ya que, ahora, ya advierten desconocer las leyes de la Historia y, por tanto, reconocen carecer de instrumentos apropiados para el cambio (sin mapa no hay camino). Para lo de Frank, es obvio: nada cambia y los recluidos a escala local acaban cansándose o, peor, como pasó por los hippies, fagocitados por el sistema que les convierte en mercancía (los productos «orgánicos» y «ecológicos» suelen ser más caros).

En tal contexto, cobran sentido las propuestas de Verdad (absoluta, «y ven conmigo a buscarla, la tuya guárdatela» que proponía Machado) y un desdén hacia las fracasadas propuestas racionalistas de la Ilustración. Esa búsqueda de la Verdad proporciona la seguridad «hacia dentro» que no puede proporcionar «hacia fuera» y, en sus formas más suaves, incluye el pensamiento positivo y la búsqueda de la felicidad («the pursuit of happiness» de la Constitución estadounidense).

Un pensamiento paranoide o conspiranoide situará lo de la «plus mentira» y las «fake news» precisamente en este contexto y los atribuirá exactamente a sus contrarios, excluyéndose de reconocer que también en el propio bando hay más de un caso. Porque mientras se discute si son galgos o son podencos (Verdad - Razón), hay intereses creados que trabajan por conseguir sus objetivos y mantenerlos a buen recaudo. Discutamos, pues, si cuando un periodista recibe una información que se descubre que es falsa (una «plus mentira» que se ha trasformado en «fake news») debe o no debe revelar dicha fuente.

Galimatías tal vez, y ojalá las cosas fueran más sencillas como pretenden populistas, fascistas, rojos, «progres trasnochados», aprovechados, «trepas», corruptos y demás fauna política. Pero lo veo así, fruto tal vez de la calor. La Verdad existe, está ahí fuera, pero está cubierta de velos que dificultan su hallazgo, así que la Razón puede ir desvelándola (la palabra griega para verdad, alezeia, hace referencia precisamente a esa tarea de desvelar). La Intuición tal vez sea un camino más corto, pero mucho más inseguro.

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