No sé si conocen Chartbeat. Se trata de un sitio que proporciona a escritores y editores una contabilidad en tiempo real del tráfico web mostrando, a la vez, el número de lectores de cada artículo. Chartbeat y sus competidores se han apropiado prácticamente de los periódicos, revistas y blogs. De acuerdo con estos contables del clic ninguna pieza tiene tráfico suficiente, éste siempre se puede mejorar con un titular más apropiado, incluso dándole la vuelta; un argumento atractivo, o mejor penetración en las redes sociales. Es un capataz a pie de obra con un cronómetro.
El giro resulta inquietante. El periodismo probablemente no ha sido siempre el tipo de servicio público que a los periodistas y las empresas les gusta pensar que es. Sin embargo, el mito importaba y, en cierto modo, lo empujaba a desafiar al poder. Ese mito ha hecho también que los periodistas se negaran a doblegarse por sistema a los caprichos de la audiencia. Proporcionaba un sentido crucial de desapego. Desgraciadamente ya no existe paciencia para esa vieja costumbre. No es que los nuevos medios digitales carezcan de aspiraciones de grandeza: existen algunos que siguen invirtiendo en calidad. Pero la búsqueda del clic ha pasado a ser su objetivo central.
Hay una especie de furia repetitiva ordeñando las historias que funcionan. Ayer zascandileaba la gran noticia de que el cocinero Dabiz Muñoz está feliz por haber probado por primera vez en su vida semen (de pulpo). La publicación enganchó y, como aconseja el nuevo ethos del oficio, habría que buscarle ángulos distintos para seguir contabilizando. Si es ético comer semen de octópodo, relacionar esta historia con el cambio climático, hablar con un psiquiatra, o si fuera posible, entrevistar al pulpo
