Ha sido noticia, estos días, la polémica por la ubicación de la Agencia Valenciana de la Innovación (AVI). Es un organismo nuevo, de la Generalitat Valenciana, creado por Ley 1/2017 que, en su art. 2 la define como: «El objeto general de la Agencia es la mejora del modelo productivo valenciano mediante el desarrollo de su capacidad innovadora para la consecución de su crecimiento inteligente, sostenible e integrador».

El debate ha estallado sobre la ubicación de la sede de dicha Agencia. Hace más de un año, en julio de 2016, durante la celebración de la «Noche de la Economía Alicantina» el presidente Ximo Puig anunció que la sede de la misma se ubicaría en Alicante y, en concreto, en la Ciudad de la Luz, en unas instalaciones que costaron lo suyo y que estaban sin utilizar. Fue una noticia agradablemente recibida, parecía el inicio de cierta descentralización y reconocimiento a las comarcas del sur valencianas. Incluso CC OO y UGT alabaron dicha decisión reclamando, eso sí, que el «proyecto no se quedara en palabras, que venga con proyectos y presupuesto y que sea un instrumento para coordinar todos los recursos para dinamizar, realmente, la innovación».

En julio de este año el President, en el mismo acto empresarial, ratificó su compromiso de que la Agencia se instalaría en Alicante. La sorpresa apareció días después cuando se confirmó que también habría otra sede en València capital, de la que nunca se había hablado. Además de que la sede alicantina tampoco estaría en la Ciudad de la Luz sino en el edificio Prop de la misma, ya que éste es más céntrico. Cualquier parecido con lo prometido un año antes, mera coincidencia.

Lo peor de todo, y lo que denota la resistencia de un centralismo valenciano hacia el resto del País Valencià, es el hecho de que de la promesa inicial de que la sede de la AVI estaría en Alicante, se ha pasado a que habrán dos sedes: la institucional, que estará en Alicante y la operativa , que estará en València. Con estas explicaciones parece claro que la de Alicante será institucional pero inoperativa, porque la operativa de verdad, según ellos mismos, es la de València.

Se confirma lo de siempre, nadie quiere estar lejos de dónde se deciden las cosas. Y aquí todo se decide en València. Para determinados asuntos, Alicante está a años luz de València. Y, si esto le acaba de ocurrir a Alicante, segunda ciudad de la Comunidad y capital de provincia, no quiero ni pensar qué hubiera pasado si la promesa inicial de instalación hubiera sido a Elx.

Somos la tercera ciudad del País Valencià, tenemos un sector industrial potente, un parque industrial con importante presencia tecnológica e innovadora que hubiera sido un campo abonado para las actividades previstas por la AVI, etc. Deberíamos también contar para este tipo de instalaciones y ser beneficiarios de un proceso de descentralización que, por desgracia, suele quedarse sólo en buenas intenciones. Si todo un Alicante, después de lo que le prometió un President de la Generalitat, sólo tendrá unas oficinas para alguna reunión y alguna foto protocolaria, si llega a ser Elx, visto lo visto, nos dejan sólo con un rótulo y, el que quiera algo que venga a València.

Es una lástima que un Consell integrado por PSOE y Compromìs no apueste más decididamente por la descentralización. València es la capital autonómica pero el País Valencià es mucho más que una ciudad tan importante. También Castellón y Alicante necesitan una Generalitat más cercana y ésa apuesta debe ser una de las diferencias con las políticas tradicionales de la derecha, que han practicado un centralismo acaparador, primero desde Madrid y, después, desde València. Por eso suenan tan hipócritas las críticas del PP con el proceso seguido con la AVI.

En primer lugar porque votaron en contra de su creación y, por otra, porque no pueden ellos quejarse de una discriminación territorial que tanto han practicado.En todo caso, hay que confiar que esta nueva Agencia Valenciana de la Innovación sirva, realmente, para lo que justifica su creación.

En 2017 tendrá un presupuesto de 28 millones de euros, casi 25 de ellos destinados a proyectos innovadores. Y hay un compromiso de que, en 2020, pueda manejar hasta 150 millones. Si se le utiliza bien, de forma independiente y profesional, que no es fácil, puede ser interesante. Elx tiene muchas necesidades en este campo y podría sernos útil. Veremos hasta dónde llega la cosa.

Entre esos proyectos innovadores también podría estar que Alicante, y también Elx, contaran más para la Generalitat. Hubiera sido un buen comienzo que la AVI comenzara su política innovadora innovando en una real descentralización.