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Crónicas precarias

Tú también puedes reducir el paro

Ha bajado el paro, lo dice la Encuesta de Población Activa (EPA) publicada hace unos días. Pero aún podría descender más si todos pusiéramos de nuestra parte. Y cuando digo todos, me refiero a ti, estimado lector. Tras años de sufrimiento y sacrificios (en concreto, sacrificios humanos a los dioses por si conseguíamos detener la catástrofe), al fin hemos encontrado las fórmulas mágicas para reducir las cifras de desempleo. Sin embargo, si queremos ejecutarlas con éxito es necesaria tu colaboración. Sea cual sea el estado laboral en el que te halles, tú también puedes arrimar el hombro y contribuir a esta causa.

¿Ahora mismo tienes trabajo fijo? Está claro lo que debes hacer: renunciar a tus derechos laborales y permitir que te troceen el sueldo. Seguirás trabajando las mismas horas, pero con lo que se ahorren en tu salario seguro que pueden contratar a alguien para hacer algo en algún momento. Otra posibilidad es convertir tu empleo estable en varios empleos temporales, así un montón de gente tendrá la oportunidad de trabajar unas cuantas semanas al año. Un único puesto puede convertirse en muchos, ya lo sabes. Con esos sencillos gestos, te convertirás en creador de empleo igual que Amancio Ortega. Vale, será trabajo basura, inestable, precario e incapaz de garantizar una vida digna. Pero trabajo, al fin y al cabo. Que aquí estamos hablando de números, no nos perdamos en disquisiciones filosóficas. ¡Contratos y contratos por doquier! ¡Mira cómo lo inundan todo los contratos! ¿No te hace ilusión? Deja de acaparar tanto empleo de calidad y comparte un poco. Ante todo, generosidad.

¿Estás en paro? Entonces debes esforzarte más por encontrar trabajo. ¿No has visto las cifras? ¡Hay trabajo por todas partes! Si no das con él, es que no le estás poniendo suficiente empeño. No sirve de nada aprobar políticas para incentivar la contratación si luego vas a venir tú a rechazar todas las maravillosas propuestas que te hagan sólo porque no quieres ser miserablemente explotado. Claro, si nos ponemos así de exquisitos no llegamos al pleno empleo nunca. Para eso, desapúntate de las listas del paro y por lo menos nos despejas las estadísticas. O (redoble de tambores) emprende, la palabra clave, el comodín del público para quitarnos de encima a los parados. Si luego tu proyecto fracasa no es nuestro problema. ¡Hazte emprendedor, copón, deja de ser un escollo para tu Gobierno!

¿Todavía estás estudiando? Entonces es el momento de que te pongas las pilas para no acabar siendo un parásito en el mercado laboral. Porque ya lo dicen los señores sabios: los jóvenes de ahora son unos perezosos irresponsables incapaces de comprometerse con nada. Además, seguro que estudias algo que no tiene salidas, en cuatro días estás engrosando la cola del paro y fastidiándonos las estadísticas. ¿Qué puedes hacer para evitar ese fatal destino? Te propongo tres opciones, que sé que a la juventud le gusta la variedad: mentalizarte para aceptar cualquier empleo que aparezca, tenga las condiciones que tenga; irte a trabajar al extranjero para saciar tu espíritu de aventuras (y el hambre) o seguir estudiando hasta el infinito y así no aparecer nunca entre las cifras de desempleados.

Ya lo ves, está en tu mano. Si tanto te preocupa el desempleo, haz algo. Querer es poder.

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