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Nieto, un precursor en aquella España

Semana triste, en la que nos ha dejado Nieto, ese Ángel volador sobre el asfalto que después de sortear mil chicanes fue a dejar la vida en una rotonda vial en pleno veraneo. Hecho a sí mismo en la Vallecas humilde y obrera, donde se acercó al mundo en el que después reinaría de la mano de todo un personaje como Tomás Díaz-Valdés, que dirigía un taller de motos en la barriada madrileña. Doce más uno Mundiales, veintitantos campeonatos de España, un mito en aquella España que solo hablaba deportivamente, y en voz baja, el idioma del fútbol, el ciclismo o el boxeo.

Vallecano (aunque nacido en Zamora), triunfador universal, con la ayuda inicial y el buen olfato de Tomás del que todavía recuerdo cuando de vuelta de uno de sus viajes como enviado especial siguiendo el Mundial de Motociclismo se plantó en el despacho de Rienzi, director de AS, con un enigmático maletín que una vez abierto resultó ser el primer teléfono móvil que se veía en aquella curtida redacción. A Manuel Sarmiento, a la sazón redactor-jefe, hubo que hacerle una demostración real de que el ingenio funcionaba.

Ángel Nieto puso a España en el mapa del motociclismo, y de qué manera. Fue un precursor, como lo fueron Santana (cuando aquí casi nadie jugaba al tenis) o Ballesteros (¿qué era el golf de Pirineos abajo antes de Severiano?). Hechos a sí mismos. Ayudante de mecánico en un taller de motos Ángel, recogepelotas Manolo y caddie Severiano. Abrieron la puerta sin tener ni llave y reinaron al más alto nivel mundial, asombrando además por ese toque de genialidad que suelen tener los campeones autodidactas, el gen que no aporta ninguna academia ni enseñanza estructurada. Tenían, los tres, el sello de los campeones y lo transmitieron a su país.

PD.- De los tres, solo Severiano Ballesteros recibió el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes.

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