Siento un gran respeto por las opiniones ajenas contrarias a las mías; especialmente cuando provienen de personas cultas y brillantes. Como sin duda lo es en el caso que nos ocupa.

Pero insisto en que todos nos equivocamos a veces. Y en esta concreta ocasión, están totalmente en contra de ese anuncio que vende lotería -y malvende el «producto» del lugar donde se les ha permitido rodar el spot-, hoteleros, restauradores, comerciantes, abogados, notarios, catedráticos, profesores de instituto, sociólogos, periodistas, especialistas en audiovisuales, farmacéuticos...; además de otros ciudadanos de dentro y fuera de Benidorm; sin olvidar a políticos, ediles de la corporación municipal (algunos de ellos muy cercanos al alcalde).

De todas las edades: jóvenes, menos jóvenes, mayores, y como yo, de la tercera edad, están convencidos de que este clip nos ridiculiza y por lo tanto, nos perjudica. Y no tan sólo a nosotros: también a todo el litoral turístico español y a los extranjeros que nos visitan: porque los tratan en el guion como personas escasas de entendimiento y de razón.

Aunque ya he dado por escrito los demoledores argumentos que avalan esta noble y espontánea protesta, repito sucintamente algunos de ellos:

Queda claro, desde el principio, que el rodaje se realiza en la bahía de Benidorm y en su playa de Levante. Esta imagen es reconocida por todos los españoles que ven TV; es más famosa que ninguna otra. Incluso que La Concha, de San Sebastián, por poner un solo ejemplo.

Ya el título, The Guiris, es ofensivo para los extranjeros que nos visitan y especialmente para los ingleses que se toman muy a mal este apelativo.

Pero quizás lo más grave de este spot es que se presenta a Benidorm como el «Asilo de Ancianos de Europa», cuando somos la capital europea de sol y playa (creo que en esto sí estamos todos de acuerdo). Y esa es la imagen que se queda en la retina del espectador; sobre todo de quienes no conocen que aquí conviven y disfrutan, sin molestarse, esos señores mayores, entre los que me cuento, con jóvenes y familias de todas las edades y diferentes clases sociales.

El plano en el que se derrite un polo en la arena transmite un calor sofocante.

Una señora -anciana, como todos los protagonistas- dice que le gusta bailar flamenco y a continuación, en un pub, suena la música y la coreografía de un baile típico inglés.

Los platos que se presentan no tienen la pinta de ser el ejemplo de nuestra excelente gastronomía.

También el guionista pone en boca de otro anciano, como si fuera un iluso: «Yo comprar trozo playa»...

Y como se comentaba el otro día en la TV comarcal, Te Ves, hasta el ático que desean los abuelos en caso de ser agraciados con el «Gordo» no es de lo mejor de nuestro skyline....

Estos comentarios no tendrían importancia alguna si todos esos planos que componen el anuncio de la Lotería de Navidad se hubiesen tomado en un lugar inidentificable. Entonces, como digo, no habría nada que objetar. Absolutamente, nada de nada.

Cada cual podría opinar de él como quisiera; e incluso es posible que a muchos les causara -y les cause- gracia. Pero es que no es así. Se ha rodado en nuestro Benidorm del alma, y lo que causa es pena e impotencia.

Pena, porque agrede nuestra imagen; e impotencia, porque sólo pueden protestar por este atropello y pedir la retirada del «bodrio», oficialmente, el alcalde y los concejales que componen el Consistorio. Y desgraciada e incomprensiblemente, al parecer, no están por la labor.

Triste. Muy triste.