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Simios con móvil

La capacidad de la tecnología digital para amplificar lo más oscuro del ser humano

Cuando reflexionamos sobre el impacto de los logros técnicos en la evolución de la especie conviene tener presente el doble efecto de la tecnología digital: su capacidad de profundizar en nuestra naturaleza más elemental y amplificarla hasta dejar constancia de que hay comportamientos que desafían toda pátina moral que el tiempo pudiera haber depositado sobre nosotros. Los teléfonos móviles, el elemento más común y difundido de esos avances que nos sumen en el engaño de una conexión total con el mundo, tienen ese efecto revelador de lo que miles de años de aparente civilización no consiguen borrar. Dejan muestra de ello casi a diario todos los incendios que causan en las redes los juicios de quienes quedan al descubierto al desaparecer toda instancia mediadora entre lo que de verdad son y su expresión pública. Pero hay pruebas que desbordan con amplitud esa cotidianidad de salvajes enredados y nos remiten a una crueldad que puede llamarse bíblica sin remilgos porque ya sabíamos de ella por el Antiguo Testamento.

La escena se desarrolla en la plaza Tahrir de Saná, capital de Yemen. Un policía ejecuta con cuatro disparos de kalashnikov a bocajarro a un hombre tumbado en el suelo, Muhammad al-Maghrabi, de 41 años, acusado de violar y asesinar a Rana al Matari, una niña de tres. El ajusticiamiento sumario es ya de por sí de una inhumanidad que no se exculpa con ninguna de las atrocidades que haya podido cometer el condenado. El círculo de espectadores que se dan codazos en busca de una mayor cercanía al momento final del condenado acrecienta esa vejación de lo humano. Como signo propio de los tiempos, muchos de ellos se afanan en preservar la visión del momento con la cámara de sus teléfonos. Son la conjunción del morbo ancestral ante el dolor y la muerte con la tecnología más sofisticada que ha conseguido desarrollar la misma especie que alberga ese sustrato oscuro. La foto refleja a seres venidos de lo más profundo y equipados con lo más actual, los equipara con aquellos simios de Kubrick, aunque en lugar de enarbolar una quijada ahora alzan un móvil.

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