Hemos entrado en esas fechas del año donde los placeres se nos brindan por doquier, hace calor y vivir parece más fácil. Estar ocioso y poder dedicarle tiempo a todo aquello que nos gusta, aumenta aún más la satisfacción y el deleite por cuestiones que en otros momentos del año pasan desapercibidas. Este país nuestro siempre ha sido rico en variedad de comidas y bebidas, donde cada zona o región cuenta con infinidad de bocados exquisitos. En Alicante, por ejemplo, podemos degustar más de trescientos tipos de arroz diferentes. Además, en los últimos años, se ha potenciado la cocina española desde todos los ámbitos, convirtiéndose en una auténtica revolución del paladar.

El inconveniente ante la abundancia de platos y variedades es, sin duda, sus posibles consecuencias, porque en ocasiones no somos capaces de controlar adecuadamente la cantidad de comida que ingerimos. Pero el problema es más colectivo que individual y en él tienen mucho que decir los medios de comunicación. Por una parte engordan las parrillas con programas dedicados a la suculenta cocina y por otro nos bombardean con el cuidado del cuerpo, la dieta milagro y la nutrición exhaustiva. Esta contraposición de posturas puede llegar a generar una obsesión malsana y desquiciante del comportamiento de comer normal.

El ocio mal canalizado en días de descanso vacacional, puede llevarnos a conductas obsesivas centradas en la comida y la bebida. Sabemos que muchos fabricantes abusan de componentes adictivos para fortalecer sus ventas. Este hecho unido al fácil acceso al frigorífico nos proporciona una excusa eficaz para estar picando entre comidas, además de abusar de muchos de los alimentos que nos gusta saborear o engullir. No perdemos ocasión de reunirnos con amigos y familiares para celebrar cualquier cosa, y esas reuniones siempre son alrededor de una mesa repleta de alimentos sabrosos.

Uno de los mejores remedios para controlar lo que comemos es aprender a cocinar. La elaboración de un plato suele requerir muchos preparativos y, por supuesto, mucho tiempo. Lo más importante es no caer en la trampa de ir picando de aquí y de allá mientras se confecciona la receta que llevamos entre manos. Únicamente hay que probar lo que cocinamos para verificar que la elaboración es correcta. Si a pesar de todo piensa demasiado en comer, evite ver la televisión y beba abundante agua, son dos medidas infalibles. Yo por mi parte me comeré, nuevamente, un excelente arroz alicantino. Salud.