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Joaquín Rábago

¿Una nueva Guerra Fría?

Asistimos a una nueva Guerra Fría que parece calentarse por momentos.

Es como si ex candidata republicana a la Casa Blanca, Hillary Clinton, ganara batallas después de muerta políticamente.

Con fama de "halcón" en política exterior desde su paso bajo Barack Obama por el Departamento de Estado, Clinton era la candidata de la gran banca y del Pentágono. También de la llamada prensa liberal.

Pero resulta que con Donald Trump, en quien Moscú parecía haber puesto todas sus esperanzas, tenemos ya a Wall Street y al complejo militar-industrial en la Casa Blanca.

Suponían algunos que con el inverosímil presidente republicano, poco interesado en los asuntos del mundo, mejorarían las cosas con Moscú y habría una nueva fase de "détente".

Pero ha ocurrido todo lo contrario: el Congreso norteamericano se ha salido con la suya, aplicando nuevas sanciones a Rusia para disgusto de algunos países europeos, sobre todo Alemania, que temen verse económicamente perjudicados.

Hay quien dice que los rusos preferían a Trump frente a Clinton porque era fácil de chantajearle por sus supuestos contactos - o los de su entorno- con gentes próximas al Kremlin.

Y, sin embargo el chantaje, por llamarlo de algún modo, parece venir de su propio Congreso: de no firmar Trump las sanciones, levantará aún más sospechas.

El hombre más poderoso del planeta tiene que demostrar a quienes dudan todavía de él que no es una marioneta del Kremlin.

La prensa de Estados Unidos ha encontrado a su vez un auténtico filón en eso que algunos llaman Kremlingate: la interferencia de Rusia en las presidenciales norteamericanas en perjuicio de la demócrata Hillary Clinton.

Y es que no hay mejor cosa para distraer de los problemas del país que echar la culpa a los demás.

Da igual que sean los inmigrantes mexicanos que los fanáticos musulmanes- saudíes, por supuesto, excluidos- o los malvados rusos aunque éstos se hayan convertido mientras tanto al capitalismo.

Con alguien tan profundamente ignorante como soberbio y errático en la Casa Blanca, Washington practica un juego peligroso.

No hay día en que Trump no ningunee a un competidor con una historia varias veces milenaria como China, a sus socios europeos, a quienes ni siquiera consulta, o no intente desestabilizar a Irán.

¿Dónde va a encontrar aliados ese presidente cuando los necesite?

La Rusia de Vladimir Putin ha demostrado que no se dejará achantar en ningún caso y está dispuesta a responder con la misma moneda. Y no cabe esperar tampoco otra cosa de Pekín.

De continuar por esa senda, la nueva Guerra Fría está servida. Y la industria armamentista de unos y de otros se está frotando ya las manos.

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