Qué reconfortante y al mismo tiempo qué decepción tan grande fue conocer que el Ayuntamiento de París llevó a cabo, hace unas semanas, un sencillo pero profundo homenaje a Francisco Boix. Nacido en 1920 en Barcelona fue un joven defensor de la República durante la Guerra Civil Española y un deportado al campo de exterminio de Mauthausen; principal testigo en el proceso de Núremberg gracias a las fotografías que hizo de las atrocidades que cometieron los nazis que pudo sacar a escondidas y, sobre todo, alguien «que marcó la historia con su valor, con su lucha contra el franquismo y contra el fascismo» en palabras de la alcaldesa parisina Anne Hidalgo que ofició el acto de traslado de los restos mortales de Boix desde una tumba de un cementerio de las afueras de París al prestigioso y céntrico cementerio de Père Lachaise.

Nos hubiera gustado ?como habrá adivinado el lector? que la noticia de la nueva ubicación de los restos de Francisco Boix así como el hecho de que fuese homenajeado por la capital de uno de los principales países europeos hubiese tenido en España la repercusión mediática y la atención del Gobierno que merecía tal acontecimiento. Y decimos esto porque Francisco Boix fue uno de esos casos que a pesar de haber tenido un papel fundamental en un momento histórico de especial gravedad e importancia en la historia de la humanidad, como fue el hecho de que gracias a su testimonio y gracias a las fotografías que hizo y que logró salvar del campo de concentración de Mauthausen se condenase a numerosos nazis, su pasado se desvanece y su ejemplo no es recordado.

¿Por qué?, nos preguntamos. Por un lado hay que tener en cuenta que cuando los supervivientes de los campos de concentración regresaron a sus países de origen no fueron en ocasiones bien recibidos. La izquierda imperante en Europa, es decir, los partidos comunistas de los Estados democráticos, asumieron la doctrina de Stalin por la que haber sobrevivido a un campo de concentración siendo militante de izquierda significaba haber colaborado con los SS que dirigían los diferentes campos con la trágica consecuencia de que supervivientes como Francisco Boix fueron ninguneados tras su regreso. Por otra parte, con los supervivientes españoles de los campos de concentración ?republicanos que huyeron de la represión franquista terminada la Guerra Civil para enrolarse en el ejército francés y luchar contra el nazismo? ocurrió lo mismo que con los integrantes de la famosa La Nueve, compañía blindada formada por españoles que, bajo mando francés, liberaron París del yugo nazi al ser los primeros en entrar en la capital francesa. La derecha francesa gaullista decidió esconder la gran importancia que para varias batallas cruciales de la Segunda Guerra Mundial tuvieron los españoles procedentes del derrotado ejército de la República española tras el golpe de Estado de 1936.

Un tercer aspecto a considerar, que por sí sólo daría para un estudio pormenorizado, es el sentimiento de culpa y de necesidad de ocultar el pasado que sigue teniendo la derecha española y especialmente sus dirigentes, muchos de ellos herederos de grandes beneficiados económica y políticamente por su aproximación al régimen franquista. Sólo así podemos entender el silencio y el ninguneo que el Gobierno español mantuvo respecto al homenaje que se hizo a Boix en París. Un Gobierno con cultura democrática e interés por los españoles que en algún momento han tenido un comportamiento ejemplar y heroico debería haber estado presente en el homenaje que hizo la alcaldesa de París a Francisco Boix. Para más inri hay que recordar que ese mismo día Mariano Rajoy estaba en París para mantener una reunión con el presidente Emmanuel Macron pero al parecer ni él ni ninguno de sus ministros o secretarios de Estado tuvieron un momento para acercarse al cementerio de las celebridades de París para ser testigos del traslado, con todos los honores, de los restos del fotógrafo español que consiguió inculpar y condenar a numerosos miembros de las SS alemanas.

La vida de Francisco Boix y de muchos españoles que primero lucharon contra el franquismo y después contra el nazismo ?algunos de ellos alicantinos? han quedado reflejadas en numerosos libros que al ser leídos estremecen por su dureza pero también por la tenacidad con que la vida termina por imponerse frente a la muerte. Desde que a finales de los años 50 comenzaron a publicarse ?en México y en Francia? autobiografías de los escasos supervivientes de los 8.000 españoles que fueron condenados a una muerte casi segura en campos de concentración alemanes hasta los muy interesantes y documentados ensayos que se publican al respecto en la actualidad, los españoles que quieran pueden conocer sobre la apasionante vida de aquellos compatriotas que se convirtieron en testigos de la mayor masacre que se ha producido en la historia de Europa y en ejemplos de coraje y de lucha por la libertad cuando las tinieblas del nazismo se cernían sobre Europa.

Lectura recomendada: Francisco Boix, el fotógrafo de Mauthausen, Benito Bermejo (RBA Libros, 2002).