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Opinión

Un espartano en Japón

Dio sus primeras brazadas en una piscina para tratar de solventar unos problemas en la espalda y ya pasa más tiempo dentro del agua que fuera. Probó después el mar y ya no puede salir de él. Forjado a base de sufrimiento en aguas de todo tipo, ha convertido su vida en la de un espartano, como acostumbra a estampar en todas sus camisetas. Humilde y trabajador, no concibe realizar una prueba sin antes dejar claro su propósito solidario, siguiendo los principios de su club, el RC7. El espartano de Alicante no teme ni a los tiburones, ni al frío ni al duro entrenamiento que ha tenido que seguir, este año siguiendo las directrices de José Luis Larrosa, otro referente en este mundo de las aguas abiertas. La duda no era si iba a completar el Canal de Tsugaru, sino el tiempo que necesitaría. Al final resultó menos tiempo del esperado pese a que desde el barco le avisaron antes de lanzarse al agua (completamente de noche) que el mar se iría complicando por momentos. Y así fue, pero la fuerza y el empeño de Jorge pudo más que las olas. A su lado un equipo con mayúsculas le iba dando ánimos cuando sólo podía escuchar el sonido de sus brazos golpeando literalmente el mar. Tan sólo alguna medusa perdida rompía la monotonía. El Mar del Norte será la siguiente parada el próximo año. Sí, lo conseguirá también. No hay duda. Hasta entonces el espartano seguirá en el mar porque no concibe la vida fuera de él. Y, por supuesto, allí estará la Fundación Asisa.

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