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Las guerras del gas

Europa va a necesitar cada vez más natural en los próximos años y los grandes proveedores de esa fuente energética llevan a cabo maniobras y ejercen todo tipo de presiones para batir a la competencia.

Así, por ejemplo, Estados Unidos, convertido últimamente en gran productor gracias al "fracking", pretende exportar su gas natural licuado al Viejo Continente, donde competiría sobre todo con el gas ruso.

En su visita a Varsovia, el presidente de EEUU, Donald Trump, ofreció a su colega polaco el gas natural licuado que produce su país para evitar, como explicó en clara alusión a Rusia, que Polonia y sus vecinos puedan ser rehenes de un único proveedor.

A Trump y a la industria de ese país parecen importarle poco o nada las críticas que los ecologistas hacen a las técnicas de fracking por su impacto negativo sobre el medio ambiente: su única ambición es producir y exportar cuanto puedan.

A esa estrategia obedecen sin duda también las sanciones aprobadas por el Senado norteamericano contra Rusia por su anexión de la península de Crimea.

Entre los objetivos de Washington, aparte de castigar a Irán, otro gran exportador, podrían estar dos proyectos rusos, el segundo gasoducto del Norte, que cruza el Báltico, y que impulsa también Alemania, y el llamado Turkish Stream, que atravesará el Mar Negro.

Ambos gasoductos, construidos por la empresa rusa Gazprom, evitan tanto a Polonia como a Ucrania, que ingresa actualmente al año cerca de mil millones de dólares por permitir el paso del gas ruso por su territorio.

Las sanciones norteamericanas significan que las empresas de cualquier país del mundo que participasen en la construcción o el mantenimiento de los gasoductos rusos podrían verse afectadas.

Es igualmente significativo que otro gran exportador de gas licuado y competidor, por tanto, de EEUU, Qatar, sea víctima a su vez del boicot de sus vecinos saudíes y emiratíes, y ello después de que Trump visitase recientemente Riad.

Los obstáculos que pueda poner EEUU a los ambiciosos proyectos de Gazprom obligarían a los países europeos a importar más gas natural licuado de ultramar, lo que haría que subiesen los precios.

Y ello, entre otras razones, porque el gas licuado es más caro que el transportado en su estado natural tanto por la tecnología especial que requiere el proceso de licuefacción cuanto por los elevados costes de transporte, incluido el marítimo.

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