Aunque parezca un lema trasnochado, «no te metas en política» es lo que me dijeron muchos familiares y amigos cuando decidí dar un paso al frente y presentar mi candidatura para las listas de Cambiemos Orihuela. «Ese mundo no es para ti (...) no estás suficientemente preparada (...) Orihuela no va a cambiar nunca (...) vas a estar señalada», repetían. Distintas versiones de una misma consigna, que ha resistido curiosamente bien el paso del tiempo. Una aversión a la política que no es más que un silencio orquestado por quienes quieren generalizar la idea de que adoptar públicamente un posicionamiento político transformador es una tarea heroica e imposible. Quienes pretenden que los de siempre acaparen el poder, para dejarnos al resto las migajas.

Sin embargo, la consigna va ya camino de extinguirse definitivamente, también en Orihuela. Con el paso del tiempo me he dado cuenta de que ese es uno de los motivos fundamentales por los que nació nuestro proyecto político, tras años de una oleada de ilusión que inundó las calles de gente que ya no estaba dispuesta a callar más. Habíamos despertado, no sólo del delirio de un bipartidismo al servicio de las élites, sino también de la doctrina que reservaba la política a unos «profesionales» con una visión demasiado estrecha de la Democracia. Por ello, muchas personas que en otras condiciones jamás habríamos pensado dedicarnos a la política institucional dimos un paso al frente y asumimos el reto de ser representantes públicos. Conquistar las instituciones se convirtió en uno de los ejes imprescindibles ?que no el único- para transformar nuestro contexto político y social, y conseguir unas condiciones de vida dignas para la mayoría.

Los dos años en los que he sido concejala me han permitido constatar que, al contrario de lo que pretenden hacernos pensar, Orihuela no sólo puede cambiar, sino que ya ha cambiado, y sigue cambiando cada día. No porque Karlos y yo seamos representantes, sino gracias a sus habitantes, que no se resignan a ser desahuciados, que se movilizan para evitar la privatización de un servicio como el de la atención temprana, que se organizan en un club de futbol popular contra la idea del fútbol-negocio o que gritan contra las violencias machistas. Cuando las vecinas y vecinos denuncian las injusticias de sus barrios, cuando luchan por un centro de protección animal al margen del beneficio económico, cuando pelean por sacar a sus hijos de los barracones o se manifiestan por el derecho a amar libremente, Orihuela crece. Tener representación institucional es importante, pero el poder real de transformar nuestra ciudad reside en la gente que va tomando conciencia de que Orihuela es mucho más que el abandono al que se ha visto sometida por quienes la han gobernado durante décadas defendiendo sus intereses particulares.

Por ello, aunque mi situación personal y laboral me impide seguir como concejala por ahora, estoy tranquila porque sé que la tarea que estamos llevando a cabo no es exclusivamente nuestra, sino el logro de mucha gente anónima e imprescindible que mira al futuro con esperanza. Cuando tomamos la decisión de asumir cargos públicos, lo hicimos convencidos de que estaríamos de paso en la política institucional y de que luego volveríamos a nuestros trabajos. No queremos parecernos ni un ápice a aquellos que han parasitado nuestras instituciones y han convertido su cargo público en su única empresa. Por coherencia, hoy me toca asumir la responsabilidad personal de dedicar energía a construir ese lugar al que volver, pero esta decisión no afecta mi compromiso con este proyecto, que sigue siendo tan férreo como lo ha sido desde el principio. Dejo mi acta de concejala, pero no me despido porque no estoy dando ningún paso atrás. Cambiemos Orihuela es un proyecto colectivo constituido sobre el trabajo conjunto de muchas personas, por lo que sólo estoy dando un paso a un lado para que otro compañero o compañera dé un paso al frente.

De hecho, que el cambio que ya se está produciendo en Orihuela se traduzca en un vuelco electoral no será una hazaña personal ni personalista, sino que tendrá que ver con el compromiso de todos los que sabemos que otra forma de gobernar es posible, de todos los que soñamos con un proyecto de ciudad sostenible del que podamos sentirnos orgullosos, en el que se hagan tangibles los consensos que ya existen entre nuestra gente, dirigido con más humildad y menos pompa de la que tristemente estamos acostumbrados. Estamos a mitad de camino, y entre tanto tendremos que ser capaces de aglutinar las fuerzas de quienes estuvieron, quienes estamos, y quienes faltan por llegar. Es tiempo de hacer política dentro y fuera del Ayuntamiento, de cuidarnos, de formarnos, de organizarnos y de mantener la energía que nos ha hecho llegar hasta aquí, para seguir ilusionando e ilusionándonos.

Porque si algo hemos aprendido es que uno no elije si se mete o no en política: todos estamos en ella en la medida en que nuestras condiciones de vida están directamente vinculadas a las decisiones que toman nuestros representantes. Por ello es necesario decidir de forma consciente cómo estamos y para qué queremos estar. Como decía Joan Fuster: «Toda política que no hagamos nosotros será hecha contra nosotros». Estoy tremendamente orgullosa del proyecto que estamos consolidando, municipalista, autónomo, inclusivo, y valiente. Pero sobre todo, con voluntad de seguir creciendo hasta lograr un gobierno que se ocupe de defender realmente los intereses de la gente de Orihuela. Con ese reto por delante, ¡seguimos!