¡Qué calor!: ¿qué se esperaba? No tendría que haber sorprendido, desde ya hace años se habla y se escribe sobre el cambio climático y los que lo niegan, a veces subvencionados por petroleras, son cada vez menos. ¿Que además hay otro cambio propio del planeta, ajeno al quehacer de los humanos? Sí, pero los humanos, particularmente los hombres, hemos alegremente fabricado de manera imprudente otro cambio que ya se puede percibir, convivimos con él con cierta resignación. Detenerlo significaría cambiar la economía, las costumbres y no es fácil. El crecimiento indefinido de la economía parece ser una ley indiscutible.

Cuando la llamada Guerra Fría, calentita en algunos momentos (Cuba), se pensó que la humanidad, la vida misma como la conocemos, podía desaparecer en unos minutos. La construcción de refugios antinucleares se multiplicaron y sin la garantía de que fueran eficaces; de todas maneras quién iba a poder reclamar, a dónde. En aquellas circunstancias algunos de los Cuatro Jinetes se puso las botas y le dio de comer extra a su caballo. Pero al menos había un Teléfono Rojo, tan estúpidos no eran. Pero ahora el asunto no depende de un botón, aunque conviene recordar que esos tan costosos arsenales allí están, no fueron destruidos y no faltan países que se quieren incorporar a este club. Si tú tienes, ¿por qué yo no?

Los científicos ya saben por qué desaparecieron los dinosaurios. Hubo uno, gigantesco mamífero, más inteligente, que se fue a vivir en los mares y millones de años después los humanos casi los exterminaron, que si el aceite, su carne tan apreciada en Japón, aunque parece que les está gustando más el pollo y otras carnes.

Freud, tan incómodo, escribió sobre el Instinto de Muerte y los miembros del Consejo de Seguridad, especialmente los que tienen derecho a veto, deberían leerlo. Los instintos no son inexorables, se les puede más o menos controlar, apaciguar. La vida en la Tierra no deja de sorprender. Se ha descubierto que un «animalito» de 0,5 mm de tamaño, y que se llama tardígrado y que tiene ocho patitas, puede soportar temperaturas de 150 grados y sobrevivir en el espacio; además se pueden pasar 30 años sin comer ni beber. Su único problema es el sol, que de gran amigo un día se puede convertir en enemigo y puede no le afecta si explota o se apaga. Pero según parece para eso falta mucho, puede que solo se enteren los tardígrados.