Sí, socio, la carne es débil, pero que «mu» débil!. Siempre he defendido -¡y lo sabes!- que el refranero español es rico y sabio y, una vez más, me reafirmo en ello, porque, ¡y lo sabes!, es cierto que «la cabra siempre tira al monte» y que quien, como los toros, tiene alguna querencia termina por manifestarla; ¡vamos, que es complicado vencer esa inclinación y, casi como sin querer queriendo, volvemos exteriorizar actitudes aprendidas, no superadas y nunca olvidadas actuando según el origen de cada uno de nosotros!. ¡Me estoy sorprendiendo a mí mismo por cómo me está quedando el arranque de esta tribuna!. ¡Los pelos como escarpias; «me se» están poniendo los pelos como escarpias, pariente!.

Al fin y al cabo, ¡palos a gusto no duelen!, aunque luego nos echamos las manos a la cabeza y, como Juan, el «gafotas» de Los Chunguitos, exclamemos «¡válgame el Señol!» o, como diría José Mota, ¡Señor, llévame pronto!, porque ¡no puedo con la vida!. Conozco a gente que, si los tontos volasen, además de que «siempre estaría nublado», podría ser ministro del Ejercito del Aire, pero con «pedigree», como los perros, y todo porque «la carne es débil» o porque «la cabra siempre tira al monte». Ya lo dice F.J. Labandón, El Arrebato, en su copla «Búscate hombre que te quiera»: ¡y qué le voy a hacer, si el veneno de la música llevo en mi piel!.

Si, Manolo, ¡la carne es débil!. Me había hecho el firme propósito de colgar los hábitos, pero el otro día, con motivo de las fiestas de la Reconquista y de Moros y Cristianos de la Muy Noble, Leal y Siempre Fiel -¡con mayúsculas, nunca con minúsculas, aunque en las citaciones municipales parece que quieran ahorrar, no sé si tinta o esfuerzo, y lo ponen con letras pequeñas; pues no, pariente, es con mayúsculas a ver si nos enteramos, que ya vamos teniendo una edad!- me demostré que «la cabra siempre tira al monte», porque «la carne es débil; 'mu' débil» y la querencia es «demasié». Yo, como decía Josema Yuste, de Martes y Trece, ¡no quería!, pero «un hachazo brutal» -permíteme Miguel ( Hernández)- me dio en «toa» la trompa, «me derribó» y me volví a «desparramar» por las calles y plazas de la villa. Pero, ya se sabe que ¡palos a gusto no duelen!, aunque esto no es lo mismo que hace unos años y la recuperación se pone muy cuesta arriba, aunque la vuelta a la rutina lo pone todo en su sitio, pero «Des-pa-si-to»!. Marian, ¡súbeme a radio!.

Si, Manolo, he vuelto a pecar, pero es que mi querencia es, como «la Fuerza» del maestro Yoda, el Jordi Pujol de la Guerra de las Galaxias, «mu fuerte», pese a que, una vez terminada la contienda, he vuelto a hacer el firme propósito de no recaer, aunque sé que el año que viene, con los calores de julio, me volverá a morder la «perrica» -como al Carrillera o a Don José- y, seguramente, repetiré como el «pastillero» que soy, por mi condición de diabético. Por cierto, no entiendo el bullying (acoso escolar) que se le puede hacer a un niño por ser diabético. ¡Es una cabronada de mal gusto!. Y es loable, mucho, que el hospital organice charlas para concienciar a los chavales de que no pasa nada por tener un exceso de azúcar en sangre. ¡No seáis cabrones y en vez de reíros «de» estos críos, reíros «con» ellos!.

Hace un par de años -aunque mi «hermanico» Alejandro Galiana me recuerda que lo hago todos los años- decidí colgar los ropajes moros, pero, cuando más convencido estaba, Antonio Manuel García Alcocer -ex presidente de la «morería cristianizada»- me llamó para preguntarme si aceptaba ser el Alcaide lúdico-festero. ¡La hemos «jodío», Raquel!. ¡Así es que, como «la carne es débil» y «la cabra siempre tira al monte», vuelta a empezar!. ¡Maldita -o bendita, según se mire- querencia!. ¡Este año -me cachis- he recaído!. Pero, ¿sabéis que?; ¡que me quiten lo bailao! y, como diría mi amigo y compañero «barriguero» Juan Ignacio López-Bas, «ariba la festia», porque, al fin y al cabo, en el último viaje sólo me llevaré lo que me haya comido en esta travesía del desierto que es la puta vida, como canta Mónica Naranjo.

¡Otro por cierto!. No hay nada peor que darle una gorra y un pito a un español, porque, a poco que se empeñe, se erige en autoridad y se cree estar por encima del bien y del mal. ¡Mal lo tiene el intendente Pomares para enderezar a sus chicos!. ¡Pues no que uno de ellos, el día del desfile infantil, me «propuso» cometer una «grave infracción» de tráfico -circular por dirección prohibida- en vez de dejarme cruzar Calderón de la Barca, desde Obispo Rocamora a San Pascual, para acceder a mi cochera, en la calle San Isidro!. Agente, ¡las procesiones son en Semana Santa y en ellas se dan caramelos; en Moros y Cristianos hay desfiles!. Pero vamos, que usted está en su derecho como mejor considere, en vez de ayudar. ¡Total, el tonto es libre de demostrar tal condición como y cuando quiera, porque, al fin y al cabo, «la carne es débil» y «la cabra siempre tira al monte»!