La prueba más palpable de la mala gestión de los gobiernos de Maduro y de Chávez es que siendo Venezuela el país con las mayores reservas y producción de petróleo del mundo, exporta a EE UU gran parte del crudo que produce y lo importa de EE UU refinado. Frente a los gobiernos corruptos de la derecha la llegada al poder de Hugo Chávez con su nacionalismo bolivariano fue un soplo de aire fresco, trajo unas mejoras democráticas para Venezuela y mayor bienestar para las clases populares. También coincidió con unos años de subida del precio del crudo. Durante sus gobiernos se erradicó el analfabetismo, mejoró la educación y la sanidad dentro del acuerdo con Cuba: petróleo por maestros y médicos.

Chávez fue elegido presidente por vez primera en 1999. Elaboró, y se aprobó en referendum, la vigente Constitución de carácter muy presidencialista. Superó un golpe de Estado en 2002 en que el presidente de los empresarios, Pedro Carmona, se autoproclamó presidente, y fue reconocido por José Mª Aznar, entonces presidente del Gobierno de España; Chávez fue repuesto por el ejército. Ganó también el referendo revocatorio en 2004, y las presidenciales en 2006, y en 2013 fue reelegido. Tras su muerte en 2013, Nicolás Maduro fue elegido para el período 2013-2019, en la nueva convocatoria con un 50,61% de los votos frente a Henrique Capriles que obtuvo el 49,1%; las elecciones contaron con la presencia de obsevadores internacionales europeos y de la OEA (Organización de Estados Americanos). En 2015 los partidos de la oposición aliados en la Mesa de Unidad Democrática (MUD), con el 56,3% de los votos, tienen dos tercios de los escaños de la Asamblea Nacional, el legislativo. La MUD la integran cuatro partidos: Un Nuevo Tiempo (UNT) de Capriles; Voluntad Popular de Leopoldo López; Acción Democrática, de orientación socialdemócrata; y Primero Justicia. El enfrentamiento entre legislativo y ejecutivo cargados de legitimidad democrática es constante. Unos convocan desde el primer día manifestaciones y bloqueos y el otro interpone al Tribunal Superior de Justicia con medidas incluso dudosamente constitucionales como asumir las funciones del legislativo, revocada tras ser puesta en duda por la fiscal general. Tras cada problema económico, Maduro interviene directamente en la economía aumentando la ineficacia y la burocracia. Con un índice de desarrollo humano alto, el modelo intervencionista está quemando a marchas forzadas las reservas en oro y divisas de Venezuela, sin resolver los cuellos de botella de abastecimiento y de gestión de recursos mientras aumenta la inseguridad.

Con ese panorama, la única solución razonable es el pacto. Maduro cuenta con el respaldo del ejército y buena parte de la sociedad, la MUD cuenta con la mayoría electoral, los apoyos exteriores y las clases medias de las zonas urbanas. Si no hay un acuerdo, la dictadura militar, la guerra civil y la división son perspectivas no descartables. En esa situación interviene la diplomacia vaticana llamada por UNASUR para mediar, y aceptada por el gobierno y por la MUD. El enviado del Papa, monseñor Claudio María Celli, pidió a la oposición que suspendiera el proyectado juicio político al presidente y que desviaran la anunciada marcha hacia el palacio presidencial de Miraflores. La oposición aceptó, a finales de 2016, después de que el gobierno excarcelara a seis presos políticos. Tanto el presidente Zapatero como Torrijos, de Panamá, o el dominicano Lionel Fernández son vistos como izquierdistas por la oposición, al igual que el Vaticano que fue contestado por Capriles. Tanto estos como Francisco quieren convencer al gobierno de que permita la apertura de un canal humanitario que implique la llegada de los alimentos y las medicinas que apenas se consiguen en el país. El miedo es que se consiga sanear la situación. La oposición esta vez está convencida de que tal milagro no ocurrirá. La economía del país no se recuperará en el tiempo que resta para renovar todos los cargos y pesará como un lastre en las aspiraciones del chavismo. A ese mantra se confían.

Las condiciones del Vaticano «tienen que ser muy claras», como ha dicho Francisco, son las expuestas en diciembre: liberación de los opositores, la restitución de las prerrogativas al parlamento y las elecciones «constitucionalmente previstas» con un calendario. Algunas ya se han cumplido y la excarcelación de Leopoldo López va en ese sentido.

Si me permiten añado una por mi cuenta: que Rajoy no responda nunca más a las preguntas sobre corrupción invocando a Venezuela. Es por variar.