Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La casa apagada

Miércoles, 19 de julio, 10 de la mañana, en la sede central de los Cursos de Verano en El Escorial. Encuentro con Lucía Casani, directora de La Casa Encendida de Madrid. Un centro cultural participativo que abrió sus puertas en 2003, cuando Caja Madrid disponía de 200 millones de euros anuales para invertir en su Obra Social, y que quince años después, y tras la quiebra absoluta de la entidad, continúa con sus puertas abiertas.

De ahí que, al final de su ilustrada intervención, abra el turno de palabra y plantee la pregunta del millón: «Lucía, perdona lo prosaico de la cuestión: ¿pero esto quién lo paga?». Lejos de salirse por la tangente, Casani explica los pormenores de la gestión económica. La Casa Encendida depende de una fundación privada heredera de la Obra Social de Caja Madrid y el Monte de Piedad. Mientras entrar en el Centro Reina Sofía «impone», por lo que de elitista puede suponer su caché, La Casa Encendida invita a acceder a sus instalaciones por su oferta de carácter participativo, juvenil, transversal.

¿Por qué La Casa Encendida continúa abierta, navegando a velocidad de crucero, con centenares, y digo bien, centenares de actividades anuales, constituyendo un laboratorio de cultura contemporánea modélico en nuestro país, mientras que los Camon de la extinta Obra Social de la CAM languidecen desde que se produjo la quiebra fatídica? ¿Por qué los que fueran epicentros de la actividad de la Obra Social de la CAM, el Aula de Cultura de Gadea en la capital o la sala de la Glorieta en Elche huelen a mausoleo?

Y no vale decir que Madrid es Madrid y Alicante no se puede comparar con la capital. Porque si de capital hablamos, en sentido polisémico, las cifras cantan. Resulta que la Caja del Mediterráneo era la cuarta de España. No estamos hablando de una entidad menor de provincias, de una de esas cajas rurales sin importancia. La Caja del Mediterráneo era un imperio, el buque insignia económico de las provincias de Alicante y Murcia. Y la descapitalización de su Obra Social ha sido el mazazo más grande sufrido por la cultura de la provincia de Alicante en las últimas décadas.

Escuchando a Lucía Casani, su discurso de presente y de futuro, todo lo que le queda por hacer y por brindar a La Casa Encendida de la Ronda de Atocha, por contraste, todavía duele más comprobar la situación en la que se encuentra la Fundación Caja Mediterráneo. Algo así como La Casa Apagada de la cultura provincial. Tan en penumbra, que nadie nos atreveríamos a augurar qué quedará de ella en no más de cinco o diez años, en 2022 o 2028.

Para llorar de rabia.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats