Eva es una de las jóvenes que tras finalizar sus estudios de Bachillerato y superar las pruebas de acceso a la Universidad, solicitó su ingreso a una de las titulaciones. A pesar de su nota, quedó en la lista de espera y deberá matricularse, al menos temporalmente, en otra Universidad. Al igual que Eva, muchos estudiantes deberán esperar las posibles renuncias de otros para finalmente poder cursar los estudios deseados. Pero todo este proceso dista mucho de ser ágil.

Es curioso que, aunque cada uno de los estudiantes considera como una posible alternativa cualquiera de las universidades españolas, realmente cada una de ellas se encuentra dentro de su propio sistema de acceso y matriculación. Esto implica entre otras cosas, que si un estudiante, dentro de sus preferencias de estudios a cursar, estos corresponden a universidades de diferentes comunidades autónomas, deberá hacer inscripciones independientes en cada una de ellas. Esto en sí no es un problema, ya que los avances tecnológicos han permitido que esta tarea pueda realizarla tranquilamente desde casa a través de internet. Aunque en ocasiones, el interés por hacer desplazar al estudiante a la Universidad es un hábito que siguen algunas secretarías de centros, con las pertinentes molestias que ocasiona.

Pero este modelo de matriculación puede provocar daños colaterales, y es que, en muchas ocasiones, un estudiante es admitido en dos, tres o diecisiete universidades diferentes (una por cada comunidad autónoma que haya podido solicitar). Cuando un alumno es admitido en más de una Universidad está provocando un puesto más en la lista de espera en cada una de ellas. En algunas titulaciones de alta demanda, como por ejemplo Medicina, esto provoca unas disfunciones importantes. Además, los movimientos en las listas de espera provocan curiosos efectos dominó que afectan a varios estudiantes en diferentes estudios y que en ocasiones no se pueden resolver de forma rápida. El problema se puede agravar si el estudiante no comunica con la suficiente rapidez que desestima una de las plazas. De esta forma, en octubre, con el curso ya iniciado, se siguen procediendo matriculaciones y movimientos en las listas de espera. Así, un estudiante matriculado en unos estudios, pero en la lista de espera de otros, una vez iniciado duda sobre a qué clases debe acudir.

Sería relativamente sencillo que las comunidades autónomas se pusieran de acuerdo en definir un modelo único de acceso a la Universidad, donde cada estudiante debería solicitar ordenadamente por preferencia, los estudios que desea cursar. Esto implicaría que un porcentaje significativamente mayor de estudiantes conocerían en primera instancia la titulación que van a poder cursar y les facilitaría enormemente toda la intendencia a realizar, tal como búsqueda de residencia y otras tareas. Parece un tema menor, pero afecta a bastantes estudiantes que ahora mismo habrán pagado una reserva en una plaza de una residencia universitaria o piso en el que finalmente no van utilizar. O también, los casos de alumnos matriculados en universidades privadas a la espera que la pública resuelva sus listas de espera.

Además, es curioso, pero la primera experiencia del estudiante con su etapa universitaria, es el ingreso y posterior matrícula. Algunas universidades no dan demasiada importancia a un proceso que es vital para su financiación y que bien realizado puede favorecer la creación de vínculos entre el estudiante y la universidad. No hay nada mejor como empezar bien una relación.

Como dicen algunos, estas disfunciones no son las más importantes en el ámbito universitario, pero tampoco son las de más difícil solución. Me recuerda a los debates de filósofos, teólogos y hasta el vulgo en general acerca del sexo de los ángeles que, según la leyenda, tuvieron lugar en Bizancio mientras esta ciudad era sitiada por los turcos. Nada más llamativo que dedicar tu tiempo a tratar de encontrar respuesta a los grandes enigmas de la humanidad mientras los turcos afilaban sus cuchillos para conquistar tu ciudad, en vez de tratar de definir estrategias para impedirlo.

Es curioso que a veces es fácil ponerse de acuerdo en contra de algo, como ocurrió con las políticas del exministro Wert, pero lo imposible que puede ser unificar una forma de ingreso y evitar estos pequeños grandes problemas. Sí, muchos dirigentes piensan que es mejor hablar del sexo de los ángeles que construir juntos un muro protector más alto.