Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Motivos para el optimismo

Aunque los vociferantes agoreros pronostiquen el apocalipsis, los últimos informes del Banco Mundial certifican que, desde hace treinta años, la pobreza extrema en el mundo se ha reducido a la mitad. Las estimaciones de Naciones Unidas hablan ya de la posibilidad de erradicarla en 2030, de seguir a ese ritmo el progreso económico en el planeta. Nunca hasta ahora había tenido la humanidad a su alcance una meta tan trascendental, en términos materiales y morales. A pesar de las crisis, del crecimiento vegetativo o de los conflictos, la malhadada globalización parece que ha proporcionado herramientas útiles para el desarrollo en prácticamente todos los rincones de la tierra, produciendo una renta per cápita diez veces mayor a la de 1960 y un producto interior bruto de 75 billones de dólares frente al escaso billón de ese año.

Investigadores de Oxford, recopilando datos sobre las guerras que se han sucedido desde el siglo XV hasta nuestros días, han concluido también que las cifras de víctimas en confrontaciones bélicas se han desplomado literalmente en los últimos setenta años, disfrutándose en la actualidad del más prolongado período de paz que jamás hayamos vivido.

Detrás de estas sensacionales estadísticas está un modelo consolidado y de éxito, basado en la expansión de la democracia y en la libertad de mercado. El porcentaje de habitantes que viven bajo regímenes no totalitarios es del 63% sobre la población mundial, según el índice de democracia de The Economist), un formidable record histórico que ha traído consigo otros muchos logros, como el acceso cada vez más generalizado a la cultura o a la tecnología, la progresiva elevación de la esperanza de vida por la mejora en la salud (de 65 a 72 años en apenas un siglo), o la creciente circulación de individuos a lo largo y ancho de los cinco continentes.

Aunque queden aún infinidad de desafíos por afrontar, ligados a la seguridad, a la inclusión o a la desigualdad en las condiciones de partida de los ciudadanos, es de justicia reconocer que el sistema que ha posibilitado estas supremas conquistas no está en modo alguno obsoleto, sino en plena expansión, a pesar de que pueda precisar de ligeros ajustes que le permitan continuar operando con esa eficacia.

Lo que sí han de cambiar, sin embargo, son las formas de enfocar la gobernabilidad, que no pueden seguir descansando en la emotividad, la diletancia o el puro marketing. La sucesión de sorpresas electorales en el panorama internacional apunta precisamente a esa dirección, y constituye una de las más inquietantes amenazas para el porvenir universal, que no parece razonable que pueda quedar en manos de ocurrencias, de protagonistas sin la necesaria categoría, de la mera gestualidad y palabrería sin sentido o, en fin, de recetas anacrónicas.

Aunque no ayuden demasiado a ese propósito las tendencias sociológicas actuales, que insisten en aupar a quienes se limitan infantilmente a huir de lo tradicional o "antiguo" pese que funcione, entregándose con entusiasmo a los que proponen simplezas que suenan bien o ni tan siquiera lo intentan, el verdadero reto pasa por consolidar el modelo conjurando estos indudables riesgos, a través del blindaje de los asuntos sociales o económicos más esenciales, que debieran garantizarse para futuras generaciones, manteniéndolos al margen de la disputa partidaria cotidiana. Así se hizo aquí con los Pactos de la Moncloa, a los que algunos censuran ahora sin admitir que fueron el origen de las prodigiosas décadas de prosperidad que hemos disfrutado, únicas en nuestra convulsa historia contemporánea.

Un generoso consenso social de este tipo, unido a la reducción a niveles razonables de la intervención de los gobiernos y de la política en la vida de las personas, desechando la peregrina idea de que la felicidad humana guarde alguna relación con ellos, sin duda habrán de inaugurar unos nuevos tiempos en los que, a la continuidad del avance económico se sume un bienestar sostenido, aquél que tenemos por delante y que nos animará a soñar con optimismo en ese desiderátum de un mundo cada día mejor.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats