Lunes

LA ZARZUELA DEL OLVIDO

Todavía hoy sorprende que Miguel Angel Blanco se convirtiera en un icono de la civilización. ETA había secuestrado y asesinado antes con la macabra asepsia del tiro en la nuca y nadie intuía la apabullante unanimidad con que España se arrojó a la calle durante aquellos dos días de julio de hace veinte años. «Veinte años no son nada», se lamenta el tango erróneamente. En España, veinte años son ceniza esparcida al viento y no una esquela ejemplar que descarta el olvido. En cualquier otro lugar, Miguel Angel Blanco sería el cenotafio de todas las víctimas; aquí, erigimos con boato mausoleos que con el mismo boato son derribados en cuanto oscila el péndulo político. Si Miguel Angel Blanco es un símbolo colectivo, entonces sobran los homenajes del PP en sus sedes; y si cierta izquierda se siente psicológicamente más cómoda charlando con Otegui que con el ministro del Interior es porque sigue regurgitando la guerra civil

como hábito digestivo. Nuestra marca de agua no es la tortilla de patatas, sino la cuadrilla de patriotas que cíclicamente dinamita una estatua de Azaña o Franco y es sepultada por los cascotes.

martes

LAS MALAS COMPAÑÍAS

Un grupo de juristas catalanes razonablemente estupefactos ha viajado a Bruselas para explicar el «procés» y cabe suponer que la audiencia haya quedado maravillada por el brote de demencia que sufre una de las regiones más prósperas del continente. O al menos lo era hasta que una devastadora combinación de triquiñuelas personales e iluminismo primitivo la ha transformado en otro páramo de esa especialidad de la ingeniería social que es el nacionalismo. Ahora bien, la esencia de lo que está ocurriendo en Cataluña puede visualizarse por lo aparentemente accesorio antes que por complejos análisis. Tomemos el caso de la CUP, una coalición que hace que Podemos parezca un seminario pequeñoburgués. Los caprichos del sistema electoral y su implantación en los sectores selváticos la han convertido en crucial para Puigdemont y Junqueras. Bien, transcribo una propuesta de su grupo municipal en el Ayuntamiento de Barcelona: «Reclamamos la expulsión de los mercaderes del templo y la recuperación para las clases populares del espacio». Se refieren a la Sagrada Familia, donde proponen instalar un hotel y un economato. Esta es la tropa que controla el «procés».

miércoles

soberanos

En 1.554, Felipe II desembarcó en Londres con un séquito de caballeros de la Orden del Toisón de Oro, de la que el rey era Gran Maestre. Cinco siglos más tarde, Felipe VI ha aterrizado con un séquito de mandarines del IBEX, cuyo Gran Maestre desde luego no es él sino una señora de Santander. Felipe II viajó a Londres para casarse; Felipe VI para salvaguardar negocios amenazados por el Brexit. Ambos son viajes de Estado y los matices tienen que ver con que en la época de Felipe II la política de Estado descansaba en las alianzas matrimoniales, mientras que hoy cualquier política de Estado es macroeconomía o no es. Cierto apego rancio por la pompa y las divisas del tipo «España y yo somos así, señora» inclinan mis simpatías por el Duque de Alba (el de Felipe II, claro) antes que por los consejeros delegados de Inditex o Movistar, por

otra parte dos brillantes ejecutivos que no deben nada a su cuna y hoy son los reyes sin corona de

un rey coronado a quien subvencionan. La Historia es un cementerio de aristocracias.

jueves

AL ABORDAJE

Descontando la prevista constatación de que los antiguos tesoreros del PP son la encarnación de los tres monos budistas, ciegos, mudos o sordos, la noticia impactante del día es que Montoro ha abordado el yate de Cristiano Ronaldo. Por una millonésima fracción de segundo he compadecido a este ególatra hortera a quien la codicia sañuda del ministro ni siquiera le permite lucir gayumbos anatómicos y pectorales de luchador de sumo. Pero mis condolencias se han desvanecido en cuanto un reportero compuesto y sin bombazo informativo ha confesado que el servicio de aduanas cumple con las embarcaciones la misma rutina que la Guardia Civil de Tráfico con los vehículos: dan los buenos días llevándose la mano a la gorra, comprueban la documentación y se despiden reiterando el saludo militar. Es algo infinitamente más prosaico que marcar goles en Madrid y cobrarlos en Irlanda, un tránsito picaresco que a veces bordea la ley. De hecho, una cabal distribución de papeles tendría que atribuir el de modernos piratas a los defraudadores y el de esforzados guardacostas a las huestes tributarias. Pero los piratas siempre han tenido buena prensa.

viernes

el bochorno

He terminado de leer hace poco «La venganza de la geografía», un ensayo en el que Robert Kaplan abunda en el decisivo papel de la geopolítica. Por supuesto, Kaplan no alude a una mera localización en el mapa, sino a la combinación de orografía, clima, barreras naturales, fertilidad del suelo o proximidad a líneas de comunicación. Aunque detecto cierta tendencia a buscar datos que justifiquen prejuicios y no a exponer hechos que conduzcan a una conclusión, el libro contiene varias afirmaciones irrebatibles que ayudan a entender por ejemplo la presidencia de Trump o el Brexit. También el polvorín balcánico o la miseria africana. Naturalmente, el motivo por el que traigo a colación un asunto tan enrevesado es la ola de calor y su influencia en los grandes procesos ¿Existen golpes de calor que acarrean periodos de enajenación mental colectiva con consecuencias irreversibles? Un indicio podría ser la anual «canción del verano». Sin embargo, hay insolaciones más severas: Puigdemont ha destituido a tres consejeros ¡porque no se atrevían a comprar las urnas para el referéndum!