Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Luis M. Alonso

La reforma de Pedro

Pedro Sánchez ha dicho que está dispuesto a debatir la reforma constitucional tanto si el PP quiere sumarse al debate como si no. Adelante con los faroles. El problema con el que se va a encontrar es que no se trata de discutir una reforma de ese calibre pasando de Rajoy y de su partido, también se trata de hacerlo dejando a un lado a millones de españoles que les votan. Orillando incluso la opinión de muchos otros compañeros suyos socialistas que no comparten la idea de la España plurinacional que pretende como objetivo prioritario de esa reforma.

No hay constitución que no se pueda tocar, naturalmente. Todas están expuestas a reformas siempre y cuando se amolden al consenso social y político que las aconseje en determinados momentos de la historia de un país. Pero también existen circunstancias que, al contrario de lo que podría parecer a simple vista, requieren de cierta pausa.

Precisamente lo que está consiguiendo Pedro Sánchez en estos momentos con el filibusterismo oportunista que predica es lo que menos le interesa a quienes prefieren una España unida a una España dispersa. Por decirlo de otra manera, está proporcionando el balón de oxígeno de la división constitucional a los secesionistas. Todo ello por el artículo 2 que consagra la indisoluble unidad de la nación española.

La otra parte del plan para frenar este nuevo ímpetu descabellado de la insurgencia catalana, la económica, es decir la de seguir intentando solucionar el problema a base de apoquinar ya la había previsto el Gobierno. Pero Sánchez sigue dándole vueltas a su imaginación desbocada: la teoría de "las naciones sin Estado que pertenecen a un ente superior", etcétera. Otro delirio más de alguien al que, por ahora, le salen gratis los delirios.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats