Había gente que lo venía avisando: «Si no lo consiguió fichar Florentino mal lo va a tener el Barcelona». Y así parece que está ocurriendo en el caso de Marco Verratti, al que el Madrid ya quiso hace unos veranos pero del que se olvidó Florentino Pérez tras una aviso del dueño del PSG: «Si lo fichas, olvídate de hacer negocios en Catar».

Han pasado los años pero la historia parece repetirse con el otro grande del fútbol español. El jugador -ahora se llama «el entorno»- llevaba semanas diciendo a quien quisiera escucharlo que su tiempo en el PSG se había acabado y que estaba deseando hacer las maletas para jugar en el Barcelona de Valverde. Prácticamente con la misma intensidad uno de los hombres de confianza de Nasser Al-Khelaïfi, dueño del club parisino, defendía la opción contraria: «Ni por ni 80 ni 100 millones, Verratti no está en venta».

Esto ocurría sobre mediados de junio. Pasaron los días y Verratti, respaldado por el club azulgrana, trató de tensar la cuerda. Apareció otra vez el entorno. Esta vez con nombre y apellidos: Donato di Campli, agente del futbolista. El comisionista se despachó contra el dueño del club asegurando que su cliente «es un prisionero del emir de Catar». El cabreo de Al-Khelaïfi debió de ser de época porque lo siguiente que se ha sabido del centrocampista ha sido a través de un vídeo en los medios oficiales del club francés en el que, básicamente, dice que lo siente mucho, que no comparte la opinión de su representante y que es feliz en el PSG. Dicho esto, a pasar el preceptivo reconocimiento médico y a empezar la pretemporada en París.

Mientras tanto, hay en Barcelona quien no da por perdido al futbolista. Se entiende que el cambio de discurso es sólo una estrategia de la negociación y para apaciguar las iras del emir de Catar, ya que el futbolista sigue loco por firmar con el Barça. Pero los azulgranas ya buscan plan B. Aunque éste en poco o nada se parece al joven italiano (24 años). La segunda opción se llama Paulinho, roza la treintena, juega en el Guangzhou de la exótica liga china y no parece ser tan fino con el balón como Verratti. Son los vaivenes de un club víctima de las prisas por evitar que el Madrid consolide su dominio que, por ejemplo, en pleno mercado veraniego ha decidido degradar a Robert Fernández, el director deportivo que se supone que debía dar forma al nuevo proyecto. Para ello el Barça ha colocado como manager general a Pep Segura, antiguo colaborador de Benítez y enamorado de su forma de ver el fútbol, que no se parece en nada al que desplegaron en el Camp Nou los equipos de Cruyff, Rijkaard, Guardiola o Luis Enrique. También se ha incorporado a Amor y Bakero para el fútbol formativo. Todo garra. Y mientras tanto, el estilista Verratti se confiesa ser un prisionero feliz en la ciudad de la luz y el amor.