No conozco casi nada de la trayectoria de Siviero pero ha sido verlo en la prensa con la bufanda del Hércules y ya me parece un crack. Intuitivo que es uno. No lo puedo evitar, desde pequeñito me sale natural esta querencia por lo blanquiazul. Si por la calle veo un coche luciendo banderín me sube la moral y cada vez que me cruzo con un chaval vestido a lo Giuliano me dan ganas de abrazarlo. ¿Qué me pasa doctor? El otro día sin ir más lejos vino una pareja a mi casa a comprar una mesa del gualapó y cuando el marido me confesó su herculanismo les hice, sin dudar, un 10%. Como la banca siempre gana, después me tocó apoquinar el descuento a mi mujer, pero es igual; qué mayor satisfacción que poder ayudar a un camarada; macho Hércules y faltaría más.

Al final tendré que darle la razón a Javier, un amiguete víctima también de esta enfermedad felizmente contagiosa, y que siempre que se tercia me explica muy convencido que de seguir en esta espiral de éxitos que llevamos ya desde hace lustros, más pronto que tarde terminaremos convirtiéndonos en una secta. Ya puestos propongo que la inmolación final sea en el Rico Pérez y así evitamos posteriores usurpaciones del templo. O Hércules o nada. Que se chupen esa.

Pero a lo que íbamos, no lo tendrá nada fácil «El Pájaro» Siviero. Como todos los entrenadores que han venido últimamente por estos lares tiene ya su destino escrito en letras bien grandes en el felpudo que da paso al despachito anexo al vestuario: «Puerta grande o enfermería, chato». No hay empate posible. Al menos, y sí Ramírez cumple con su palabra, tendrá buenas piezas a su disposición. Falcón, Samuel, Santamaría, Chechu y Miñano parecen confirmar lo dicho por el presi. Tampoco faltará seguro el apoyo de la grada, de la que nadie en su sano juicio puede tener queja y que aplaude entusiasta hasta los córners a poco que se acierte sobre el césped.

Y hablando de césped, lo que no está nada claro es dónde va a entrenar el equipo, desde luego en Fontcalent no. Salvo que el míster quiera rodar allí la segunda parte de «Soy Leyenda» en aquel campo no hay nada que rascar, y por cierto, el Rico Pérez tampoco es que esté para tirar cohetes que digamos. ¿Podremos compartir estadio con los atletas? Permanezcan atentos a sus terminales.

En definitiva, que la nave mal que bien parece que va, y Siviero ya está a los mandos. En su puesta de largo el míster comentó a los medios que este año el equipo «va a proponer cosas». Miedo me da. La temporada pasada, al ver el juego que desplegábamos, me invadía la misma sensación que cuando en los años noventa escuchaba el por entonces novedoso sonido grunge: esto no puede acabar bien. Este año Dios dirá, o más bien su yerno, pero una cosa es cierta, en caso de naufragio la coartada de Portillo será irrefutable. No se puede trabajar con más incertidumbres y tensiones que las que está sufriendo este chico. Yo en solidaridad, voy desde hace semanas con un faldón siempre por fuera. ¡A por ellos Porti!