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Indecencia

Las polémicas declaraciones de Juan Ignacio Zoido en Tallin sobre el impacto negativo de las ONG que ayudan a inmigrantes

El pasado jueves en una reunión de ministros del Interior de la Unión Europea en Tallin (Estonia) nuestro ministro del ramo, Juan Ignacio Zoido, realizó unas declaraciones que han levantado una oleada de estupor e indignación entre las ONG que se dedican a la ayuda en el Mediterráneo a los inmigrantes que tratan de huir de la miseria y la muerte que los amenaza en Asia y África, en muchos casos producidas por las injerencias e intereses de los países que ahora les niegan la entrada y los expulsan del espacio europeo a pesar de las leyes internaciones del derecho de asilo que la Unión Europea tiene reconocidas. Zoido, ministro de un partido integrado en el Grupo del Partido Popular Europeo, de inspiración "democristiana", ha declarado sin ninguna clase de rubor, que la actuación de esas ONG, que, sin más ayuda que la que les proporciona la sociedad civil, salvan miles de vidas de esos migrantes (en lo que llevamos de año han sido ya más de dos mil los migrantes rescatados), no son sino un efecto llamada para esos inmigrantes irregulares y potenciadora de las mafias de traficantes de carne humana. Y que, en consecuencia, deben tomar conciencia de ese "efecto negativo" que está teniendo su labor en el Mediterráneo y que deben aceptar el "código de conducta" que Italia trata de imponerles en su acción humanitaria. Es posible que este señor pueda creerse de verdad que si las ONG dejaran de actuar remitiría el flujo de migrantes. Está claro que todo un ministro del Interior debería saber que la guerra y la miseria son el verdadero "efecto llamada" que produce ese éxodo, que ya tiene caracteres de bíblico, y no la ayuda desinteresada y humanitaria que les proporcionan las ONG, que es siempre además insuficiente y parcial por la falta de apoyo de las instituciones europeas. Ayuda que, por razones de ética y humanidad y derechos humanos que están reconocidos y amparados por numerosos tratados internacionales suscritos por la Unión Europea e incluso, como en el caso de España, en su propia Constitución, deberían de prestar los propios gobiernos europeos. El argumento que apunta el ministro, que no es sino el que hemos oído muchas veces a su propio presidente, el señor Rajoy, es el de que la ayuda hay que prestarla en los países de origen emisores de los migrantes. Y el señor Zoido (me imagino que su conciencia no, porque si no habría que considerarle "idiota", en el sentido etimológico del término, esto es, sin ideas y, lo que es peor, sin sentimientos) se queda tan tranquilo. Porque todos sabemos menos él, y tampoco su presidente, que ha abundado también en ese argumento, que el monto dedicado por el PP a la ayuda al desarrollo está en sus mínimos históricos y que la mayor parte de ella la dedican a reforzar la frontera sur colocando concertinas y aumentando su vigilancia (que, desde luego, tampoco tienen éxito en su "disuasoria" intención de limitar los flujos migratorios). Quizás el señor Zoido, flamante ministro del Interior, podría hacer en cambio algo más positivo que sus desgraciadas declaraciones para atajar una de las principales causas del éxodo en los países de origen procurando que el comercio de armas de España con algunos de los países emisores estuviese más controlado. De todas las maneras todos sabemos, que el problema no es de Zoido, sino de la política migratoria del PP, que se alinea en este aspecto más con los gobiernos de los países de la Unión más xenófobos, como Polonia y Hungría, que con los que lo son -o al menos lo parecen- menos, como es el de la señora Merkel, sin entrar en el análisis de las razones de fondo que tiene para ello.

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