El PSPV-PSOE, con su secretario general, Ximo Puig a la cabeza, inició su mandato diciendo que confiaba en las comarcas, y las creó. Las creó y los militantes de la provincia de Alicante, confiamos en él y le creímos.

A medida que pasaba el tiempo, que pasaban los congresos para elegir candidatos, los militantes nos dimos cuenta de que las comarcas no contaban para nuestro secretario general. Nos dimos cuenta de que las comarcas están en un total y absoluto abandono. Ninguneadas en todos los procesos electivos: estatal, Congreso, Senado, autonómico, provincial y local.

A las comarcas no se las ha dotado de competencias, no tienen poder de decisión sobre la elección de delegados, ni sobre la elección de candidatos, ni sobre nada. Las comarcas no tienen competencias orgánicas, ni institucionales y por tanto son estructuras comarcales vacías. Pero son estructuras comarcales.

Dice ahora nuestro secretario general del PSPV-PSOE, Ximo Puig, que quiere recuperar las estructuras comarcales, pero las estructuras comarcales ya existen, solo que no tienen competencias, son estructuras vacías. Estructuras sin poder orgánico, institucional y económico.

En todo este tiempo a las estructuras comarcales no se les ha dado ni competencias ni instrucciones. ¿Qué se puede hacer sin competencias para actuar, sin competencias que desarrollar y en las que trabajar, ni instrucciones que seguir?

Y ahora, nos enteramos de que Puig dice que quiere recuperar las estructuras comarcales. Sinceramente, nos parece un discurso vacío y hueco. Y sobre todo un discurso que subestima desmesuradamente la inteligencia de los militantes de base.

En estos momentos todo el poder orgánico, institucional y económico está concentrado entre cuatro del PSPV en Blanquerías. El poder está sumamente centralizado, a pesar de que existen las comarcas, estructuras creadas precisamente para descentralizar el poder; para agilizar la siempre pesada burocracia en beneficio de los ciudadanos; para permitir que la cercanía con las personas y con los territorios favoreciera conocer mejor los problemas de nuestra gente y buscar más rápidamente las soluciones a los mismos. Y mientras tanto, las comarcas, que sí que existen, están desmotivadas, desanimadas. Lo que en un principio fue un soplo de ilusión se ha convertido en desánimo.

Es por tanto que las comarcas están desanimadas, y lo que es más importante, los militantes que las componen están desmotivados. Al principio se reunían con ilusión, con ganas de trabajar y hacían propuestas; presentaron un plan de trabajo, minucioso, coherente. Pero ante el muro que impide poner en marcha proyectos y propuestas, ha ido calando el desánimo.

Desde entonces, en la sede de Blanquerías, cuatro toman las decisiones, eligen a los candidatos y asumen que las comarcas no existen. Y, claro, entre tanto lío y tanto trabajo, sólo para cuatro, se han olvidado de que las comarcas ya existían, y ese olvido les ha llevado a reclamar la creación de estructuras comarcales.

Quizá cuando dicen querer recuperar las comarcas, quieren decir las gestoras.

En la provincia de Alicante, una de las comarcas más importantes es L'Alacantí, una comarca compuesta por 11 pueblos y más de 1.500 afiliados. Pues bien, en L'Alacantí, la comarca está dirigida por una gestora desde hace dos años. Dos años en los que no se ha reunido ni hecho nada. Sin ningún tipo de dirección, sin convocar a sus órganos y en el más total y absoluto abandono.

Quizá cuando dicen que quieren recuperar las comarcas, quieren decir que quieren dotarlas de contenido, de competencias? Quizá, cuatro son pocos para dirigir un partido como el PSPV-PSOE, con su diversidad territorial. Y por eso quizá, se debería empezar a pensar en el valor que tienen los militantes, a contar con ellos para todos los procesos congresuales, a escucharlos y sobre todo a no mentirles.