Si la estrategia de los separatistas catalanes consiste, como ya todo el mundo entiende, en que Rajoy se ponga nervioso y ofrezca motivos para exhibir nuevamente su victimismo, lo llevan claro. Si ha aguantado hasta este punto, el gallego será capaz de resisitir hasta el final. De perfil, o de frente, como le ha pedido Pedro Sánchez, pero sin apretar el acelerador. No hace falta seguramente que el secretario del PSOE le recordase que está en contra de aplicar el artículo 155, él no tiene previsto hacerlo ni siquiera en el caso de que tuviese que frenar el referéndum de esa manera. Para Rajoy, las batallas las pierde el enemigo por cansancio, no se ganan exhibiendo contundencia. El artículo 155, que aún dentro de su ambigüedad permite la suspensión parcial o total de una autonomía, no debería aplicarse, por motivos estratégicos, es decir para no caer en la trampa que tienden los secesionistas con el fin de poder explotar el papel de víctimas. Pero se trata, sin embargo, de una medida tan constitucional como cualquier otra de las que figuran en la Constitución. En el Reino Unido aplicar una media así y suspender la autonomía en el Ulster resultó tremendamente provechoso y sirvió para que sus señorías orangistas y católicas tomasen conciencia del problema del enfrentamiento entre las dos comunidades de Irlanda del Norte y regresasen con otros planteamientos distintos al Parlamento de Stormont después de meses sin cobrar sus salarios. La autonomía norirlandesa se suspendió en cuatro ocasiones, y en la actualidad desde Westminster han vuelto a amenazar con hacerlo si no se forma un ejecutivo de poder compartido que garantice la gobernabilidad. De modo que...
