Los problemas relacionados con la ansiedad son una de las principales causas de consulta en los centros de psicoterapia. Este problema puede presentarse de manera aguda, en cuyo caso lo denominaríamos crisis de ansiedad o de una forma más crónica. En el primero, la persona experimenta una sensación de desesperación súbita, un miedo asfixiante sin una razón clara.

En el segundo caso, se trata de algo más lento y prolongado en el tiempo. Normalmente, aquí sí que existen unos motivos más claros, pero es habitual que la persona no identifique dicha ansiedad, o que no busque una solución, debido a que frecuentemente su atención es captada, casi por completo, por el problema que la desencadena. Un conflicto laboral, una crisis de pareja, un exceso de tareas diarias, problemas económicos? Las causas pueden ser múltiples y, en ocasiones, se unen varias. Como resultado, el sujeto aumenta su dedicación, para tratar de resolverlas, pero no lo consigue. Si además carece de buenas estrategias de afrontamiento de estos problemas, puede comenzar a producir errores en su día a día. Se vuelve más ansioso, de peor humor, los hábitos de sueño se ven afectados, con lo que durante el día se sentirá más fatigado. Todo ello provocará un aumento de los conflictos, las discusiones, y progresivamente se irá extendiendo a otras áreas. Si el problema comenzó en el ámbito laboral, pronto puede verse afectada el área personal, la familiar, incluso su salud física y psicológica.

Poco a poco, la bola de nieve se va haciendo más grande. Podría ser que las personas cercanas sean «contagiadas». Si aumentan las discusiones con la pareja, pronto ésta comenzará a reaccionar a la defensiva, se mostrará más susceptible. Tratando de explicar la conducta extraña del otro, podría comenzar a generar miedos, temores, sospechas? Ello podría aumentar los celos y la tendencia a compartir menos horas con su pareja. Comenzaría, por lo tanto, a buscar otros espacios, lo cual, repercutiría nuevamente sobre la relación, como un círculo vicioso que iría lesionando el tejido emocional tanto del sujeto como de todo su entorno.

No es fácil detener este proceso cuando el deterioro ha avanzado mucho. La principal sugerencia consistiría en «desconectarse» temporalmente de todo lo que se esté viendo afectado. Alejarse por un tiempo, como si creáramos un cortafuegos en un incendio. Es necesario que podamos observar con distancia la situación caótica, recobrar la objetividad, encontrar el origen del problema, lo que desató la tormenta. Incluso ir más lejos, hasta lograr entender que quizá, desde niños, aprendimos un camino errado para afrontar las situaciones difíciles y, tal vez, sea el momento de cambiar de dirección.