A veces me doy miedo!. Y me doy miedo cuando, por ejemplo y sobre todo, me da por pensar, porque, cuando me pongo a ese menester, me entra un dolor de cabeza que «pa» qué queréis que os cuente y, con lo cabezón que soy -más que mi abuelo Manuel, « Panocha»-, la única forma de atenuar semejante «malura» es «chafándome» una tortilla de ibuprofenos, cosa que me produce un cierto «canguelo», porque -según los galenos- el analgésico en cuestión es bueno «pa» los dolores, pero «mu» malo «pa» otras cosas, ya que, aseguran, crea adicción, puede perforar el estómago, te produce «diarrea mental» -¡todo lo que se piensa sale hecho una mierda!- y no sé cuántas historias demoníacas más. ¡Vamos, que lo que es bueno «pal» hígado es malo «pal» riñón y no está la cosa como «pa» darle ventaja a la parca!. ¡Tiempo habrá!.

¡Pues no que el otro día, sin anestesia y sin venir a cuento, me asaltó -mentalmente; todo hay que decirlo-, la imagen de un muchachote que, como Fernando Trueba, «mira mal» a este país llamado España!. ¡Coño, y tanto que los dos mocetones nos miran mal, como que tienen un más que evidente estrabismo!. ¡Vamos, que -como se dice en la Vega Baja, pero de buen talante- son «bisuejos» o «tuertos», como se quiera, porque para gustos los colores!. La verdad es que los asuntos catalanes, al margen de que me dan «muncho» repelús, me preocupan lo justo, por no decir que no me seducen «na», a no ser que de lo que se hable sea del «Llibre dels Repartiments» que nos robaron a los oriolanos -sí, nos robaron, con todas la letras y literalmente- y que no nos lo devuelven ni «pa» un Jesús. Es como lo de la Dama de Elche, esa pieza íbera que «desenterró», en el yacimiento de La Alcudia, el abuelo de mi amigo Manolo Campello, compañero en los Salesianos de Elche, y que, pese a ser de los ilicitanos, está «secuestrada» en el Museo Arqueológico Nacional y tampoco la reintegran a sus propietarios. Bueno, pues en ese momento, en el que se habla del «librico» de marras, me entra un no sé que qué sé yo, hasta el punto de que, en plan Mel Gibson en la peli Braveheard, enfilaba hacia Barcino, que diría Serrat, y montaba un pollo de María Santísima. ¡Doy por supuesto que sabéis lo que es el Llibre dels Repartiments!. Por si acaso, diré que es «el único testimonio de los repartos de las tierras de Orihuela y la Vega Baja, realizados tras la reconquista cristiana en el año 1243». Esa distribución la hizo Jaime I «entre sus vasallos después de la guerra contra las hordas morunas para reconquistar Al Andalus». ¡Viva la Armengola!. El libro, que tiene 87 folios escritos a mano y con letra gótica, ha servido para hacer muchos estudios sobre la población medieval de Orihuela y del Reino de Valencia, y es nuestro, aunque no nos lo quieren dar, por mucho que, en su momento, se empeñara mi «amiguete» Manolo Culiañez. Para que os hagáis una idea, el mapa tantas veces reproducido y que muestra la antigua muralla de Oleza, con el castillo de los moros en la sierra, está sacado del Llibre dels Repartiments.

Bueno, pues el mocetón que nos mira de «soslayo», por decirlo finamente, se llama Oriol Junqueras. ¡Me cago en la leche, se llama Oriol!. Resulta que cuando empecé a pensar en este «buen hombre»- su nombre me martilleó machaconamente hasta que tiré el carro por el pedregal y empezaron a salirme espumarajos por la boca y llamaradas por las orejas, como si me hubiera poseído un dragón, en plan Origor. ¡Qué se llama Oriol, pariente; Oriol!. ¡Me cago en la leche, Raquel; se llama como nuestro «Pajaro»!. ¡Y en Oleza hacemos una procesión «sívico-sosial» en honor del Oriol!. ¡Sólo faltaba que el machote, curtido en el humo de cien batallas -¡según dice él!-, creyera que el «desparrame lúdico-festivo» que protagonizan los oriolanos, cada 17 de julio, es en su honor!. Va a ser que no, aunque a nadie le extrañaría que se invitase al Junqueras a sacar «nuestra Oropéndola» al balón consistorial, sobre todo teniendo en cuenta que en el Palacio de la Esquina del Pavo parece que «tos» están «peleaos» y los «damasistas» (cuatro o cinco) quieren cargarse a los «bascuñanistas», lo que, a la larga, perjudicará al pueblo; ¡ya veréis!. ¡Pa qué quiero más, rascachán, aunque, como decía Don Quijote, «cosas veredes amigo Sancho»!. ¿Verdad mangurrián?.

No quiero ni pensar en la que se puede liar si a los «catalinos», al amparo de lo que propugna y defiende su Oriol, que, por cierto, es de Esquerra Republicana, les diera por reivindicar -¡como han hecho en alguna ocasión!- lo que según ellos son los «Países Catalanes del Sur»; o sea, Orihuela y la Vega Baja. ¡A las barricadas, compañeros!. ¡No pasarán!. ¡Me declaro en rebeldía y me encadeno a los Pinochos que «fronterizan» el Reino de Valencia con la Región de Murcia, en Beniel. ¡No quiero ser "polaco", ni por todo el oro de Moscú, si es que existió, que parece que sí!. ¡Oriol sólo hay uno, o dos si contamos con el «enchironao» por «trincón» Oriol Pujol, y a ti, «so bisuejo», te encontré en la calle!.