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Inflación emocional

Han pasado sólo dos décadas y pico desde la difusión masiva del concepto "inteligencia emocional", debida a un libro de ese título de David Goleman. Las consecuencias han sido muchas, y no todas deberían ir a la columna del activo. Desde luego se ha reblandecido el supremacismo de los inteligentes fríos, dando entrada en las listas de la importancia a las personas emotivas, lo cual está muy bien, pero hay también efectos indeseables. El peor de todos es la cada vez más extendida costumbre de opinar a golpe de sentimiento, sin hacer pasar éste por el filtro de la razón. Como, por otra parte, el deseo está más conectado con la emoción que con la inteligencia, la subida de lo emocional hace que los deseos individuales y colectivos pasen a primer plano (ese tipo de "razón" que en la red se plasma con un "me gusta" o un emoticón) y se conviertan, por ejemplo, en razón política.

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