La Selección femenina de baloncesto ha logrado su tercer triunfo en el Campeonato Europeo. Un broche de oro para la excelente trayectoria de un equipo que obtuvo la medalla de plata en las Olimpiadas de Río de Janeiro y en el Campeonato Mundial de 2014.

La hermosa ciudad de Praga acogió la celebración del Eurobasket 2017. En todos los partidos, las españolas dominaron la contienda de principio a fin, desvirtuaron el juego rival y desdibujaron a la postre a las poderosas selecciones de Francia y Bélgica que obtuvieron la medalla de plata y bronce, respectivamente.

La victoria incontestable sobre Francia en la final ha conseguido enamorar a millones de españoles, devolvernos a la esencia del baloncesto, a su fundamento táctico como juego de equipo, al contrataque, a la defensa férrea, al movimiento de balón y el tiro certero; el talento individual puesto al servicio del equipo. Destacaron especialmente dos jugadoras: Alba Torrens, excelsa, la mejor del campeonato, y S ancho Lyttle, sobresaliente bajo los aros. Pero todas contribuyeron al éxito: Laia Palau, Marta Xargay, Laura Nicholls, Anna Cruz, Laura Gil, Silvia Domíguez.

Es justo reconocer el mérito del seleccionador Lucas Mondelo que ha forjado un equipo de campeonato con el sólido propósito de poner el talento de cada jugadora al servicio del bien común que no es otro que el trabajo bien hecho para ganar. Y lo está consiguiendo. El éxito empieza a ser un hábito para la selección, pero también sabemos que cuesta un triunfo.

En el deporte se puede ganar porque se ha aprendido a perder. Inevitablemente se suceden la miel y la hiel. El mérito reside en el esfuerzo continuado, la confianza en el equipo y la ambición de victoria. Estas jugadoras tienen inteligencia y destreza, fortaleza y altura de miras, no en vano son las más laureadas. Es un grupo colosal, nos maravilla con su juego y sus triunfos pero también sorprende por su humildad, una asombrosa lección ante la egolatría imperante.

Es seguro que las nuevas generaciones aprenderán de su mano a amar el baloncesto. Tenemos una oportunidad de oro para estimular la práctica de este deporte desde edades tempranas, así como para fomentar el baloncesto femenino y consolidar sin demora la competición nacional.

Le debemos gratitud a esta Selección de oro por encumbrar nuestro baloncesto al olimpo deportivo, y sobre todo, por emocionarnos con el espectáculo inteligente del deporte de la canasta, ese duelo de gigantes con la magia en las manos.

Altius, citius, fortius.