Francis Ford Coppola es un guionista, productor y director de cine estadounidense, seis veces ganador de los premios Oscar, y con películas de tan poderosa intensidad narrativa y perfección técnica en su haber como El Padrino, Apocalipsis Now o La conversación.

Y leo que su esposa, de nombre Eleanor, ha venido dedicándose profesionalmente, desde hace más de cincuenta años, que es el tiempo que llevan casados, a dirigir documentales, hacer exposiciones de fotos y acompañar a su marido cuando viajaba por el mundo buscando localizaciones para sus películas y ahora resulta que escribe, dirige y produce su primera película, que es una irónica comedia protagonizada por Diane Lane y Alec Baldwin, que refleja tanto las alegrías como los enfados que emanan de un vínculo que une durante varias horas a una norteamericana en una situación de dilema vital y a un atractivo francés que pretende utilizar su encanto para esconder sus problemas emocionales.

Y es que ambos personajes, en la película de Eleanor Coppola, tienen que emprender un inesperado viaje por la campiña francesa que resultará un recorrido de revelación existencial y de sentimientos, humor e imaginación en un marco de bellos paisajes y deliciosos platos y vinos.

Y llama mi atención que Eleanor Coppola dirija a sus ochenta y un años su primera película de ficción, lo que me lleva a considerar que, efectivamente, nunca es tarde para intentar realizar nuestros proyectos o cumplir nuestros sueños, ilusionándonos con perspectivas y anhelos, pues aun viviendo cada momento y centrándonos en el aquí y el ahora, no hay que renunciar a ninguna posibilidad de futuro, con la idea de no dejar cosas por hacer o acumular listas de asuntos pendientes, sino permitiendo que todo fluya y emprendiendo con determinación nuestros deseos.

Y es que siempre se está a tiempo para hacer aquello que se pretende y para cumplir empeños, aprovechando cada instante de nuestra vida y dándonos la oportunidad de ejecutar nuestras ilusiones, con la intención de encontrar aquello que realmente buscamos.

Y con esa idea de que eres el artífice de tu vida, visualiza tus sueños, ten motivación y sé perseverante, y ya que la voluntad resulta esencial en la persecución de afanes, me propongo ahora mismo hacer realidad los míos que pasan por volver, al menos, un fin de semana a París y recorrer sus calles, sus jardines y museos, y contemplar las románticas puestas de sol sobre el Sena, o pasear por el barrio de Marais o por Montmartre o visitar tantos lugares, me digo, mientras empieza la película de Eleanor Coppola que lleva por título, vaya, quién lo diría, París puede esperar.